Hoy deseo compartir a vuelo de pájaro la evolución de las religiones Unitaria y
Universalista (UU) en el continente americano, la unión de las dos en 1961 y cómo
se llegó a la formulación de los siete principios y las seis fuentes de la tradición
viva que se han convertido en su guía espiritual, ética y moral en este continente.
Con el fin de mantener la perspectiva histórica, decidí dejar en las citas el lenguaje
anticuado de los escritos originales.

 

Antes que todo deseo mencionar que las religiones Unitaria y Universalista nacieron en Europa siglos atrás. Trasplantadas al continente americano, tomaron auge al final del siglo XIX y principio del XX, principalmente la Universalista por su mensaje de compasión y salvación universal. Por la semejanza tanto en sus creencias y valores religiosos liberales y democráticos como en sus formas de enfrentar los problemas de la sociedad, por más de un siglo se contempló la idea de una fusión de estas dos religiones. En 1961 se realizó ese sueño y desde entonces los adherentes nos llamamos Unitarios Universalistas.  

Si hay algo que caracteriza nuestra fe es su completa aversión a dogmas. Sin embargo, tanto nuestros antepasados Unitarios como los Universalistas sabían muy bien que en los tiempos que ellos vivían era necesario declarar públicamente lo que los adherentes a una religión creían. El dilema para nosotrxs siempre fue el enunciar algo que expresara la fortaleza y unión de aquellas creencias, valores y guías mantenida por los miembros, pero preservando la libertad de pensamiento y acción en cada una de las congregaciones. 

Veamos primero la evolución de las ideas Universalistas. En su primera convención tenida el 25 de mayo de 1790 en Filadelfia, los Universalistas afirmaron los siguientes actos de fe: Creemos que las escrituras del antiguo y del nuevo Testamento contienen una revelación de la voluntad y perfección de Dios y las reglas para la práctica de la fe.

  1. Creemos en un Dios, infinito en todas sus perfecciones
  2. Creemos que hay un mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesucristo, en quien habita la plenitud de la divinidad, quien, por haberse dado como rehén por todos, los ha redimido a todos con su sangre y quien finalmente por el mérito de su muerte, restituirá a la humanidad su felicidad.
  3. Creemos en un Espíritu Santo, cuyos oficios son hacer conocer a los pecadores la verdad de su salvación a través de las escrituras y reconciliar los corazones de los hijos de los hombres, con Dios.
  4. Creemos en la obligación de la ley moral como regla para la vida. Y sostenemos que el amor de Dios se manifiesta en el redentor como el mejor medio de producir obediencia a esa ley.

En 1803 durante la conferencia de Winchester, New Hampshire, el credo se redujo a las tres primeras cláusulas. Pero, le agregaron una muy importante llamada la cláusula de la libertad, que decía así: «Mientras que adoptamos un credo general, dejamos a las diferentes iglesias y sociedades o a pequeñas agrupaciones de iglesias, que continúen a adoptar sus propios artículos de fe, que tengan sus mejores principios escogidos bajo las circunstancias de cada una, con el proviso de que no estén en desacuerdo con nuestro credo general».  

Para 1915, el Universalismo en América seguía conservando la creencia en un sólo Dios todo amor, pero sus ideales estaban ya más volcados a servir a la humanidad y a crear una religión verdaderamente universal, fuera de las constricciones del cristianismo.  Durante la Asamblea General de 1943, Robert Cummins, Superintendente General del Universalismo declaró: «El Universalismo no puede circunscribirse ni al protestantismo, ni al cristianismo, sin negar su propio nombre.  Lo nuestro es una mancomunidad mundial, no sólo una secta cristiana. Por lo tanto, mientras el Universalismo sea Universalismo y no parcialismo, la mancomunidad que lleve su nombre debe tener éxito en hacer evidentemente claro que todos son bienvenidos: los que creen en Dios, y los humanistas, unitarios y trinitarios, gente de color y los sin color. Un Universalismo circunscrito es impensable».

La historia del Unitarismo en América, respecto a un credo, no es tan directa como la de los Universalistas. Esencialmente se basaban en el rechazo de la doctrina de Trinidad y en los ejemplos y enseñanzas de Jesús. Nunca se leyó un credo en sus iglesias así que los principios religiosos eran expresados por los ministros que predicaban el mensaje Unitario y por algunas asociaciones religiosas. Una de esas asociaciones era la Asociación Unitaria Americana, (AUA) fundada en 1825 con el fin de apoyar misiones y de publicar temas religiosos. Durante los primeros cien años de la AUA, el intento fue promover la Cristiandad pura en los Estados Unidos. Esta cristiandad era entendida como la original no manchada aún con el dogma de la Trinidad, ni con la infalibilidad de las escrituras y tampoco con la salvación gracias al sacrificio del hombre/Dios en la cruz.

Durante ese siglo hubo lucha a veces intensa entre los que querían mantener la asociación totalmente cristiana o sea cimentada en los ejemplos y enseñanzas de Jesús, como lo describen las escrituras, y aquellos que deseaban romper con esa tradición y a aceptar dentro de los unitarios a todos, aún a los que practicaban paganismo o religiones naturales.

En 1894 los delegados a la conferencia Nacional de Unitarios escribieron un nuevo preámbulo a dicha conferencia, cuya declaración clave decía: «Estas iglesias aceptan la religión de Jesús, sosteniendo que, de acuerdo a su enseñanza, la religión práctica se puede sintetizar en amor a Dios y amor al hombre». 

En 1920 el Rev. Curtis Reese dio una conferencia en la Universidad de Harvard delineando sus puntos de vista humanistas, por ejemplo: «El humanismo demanda una vida compartida en un mundo compartido por todos. Rechaza la dualidad de mente y cuerpo y reconoce que la cultura religiosa y la civilización de cada grupo, es resultado de la interacción entre la gente y su ambiente natural y que cada individuo es en gran parte moldeado por su propia cultura. El humanismo no niega la posibilidad de realidades aún no descubiertas, pero afirma que la religión debe formular sus esperanzas y planes a la luz del espíritu y método científicos». 

Durante la Segunda Guerra Mundial se hicieron planes para expandir el Unitarismo el cual había disminuido muchísimo y se encargó a un comité dirigido por A. Powell Davis que hicieran una declaración para enmarcar la teología base de ese crecimiento. El comité pronunció los siguientes cinco principios, como los más probables de ser aceptados por la mayoría de los Unitarios: 

  • Libertad individual para creer. 
  • Discipulado para avanzar la verdad. 
  • El proceso democrático en las relaciones humanas.
  • Hermandad universal indivisible por naciones, raza, o credo.
  • Lealtad a la causa de una comunidad mundial unida

Estos principios fueron muy bien recibidos y cuando en 1961 se unieron los Unitarios con los Universalistas, fueron incluidos en la declaración de los Propósitos de la nueva asociación. El nuevo documento conjunto decía: La Asociación dedicada a los principios de una fe libre deberá:

(a) Apoyar la búsqueda libre y disciplinada de la verdad, como base de la confraternidad religiosa.  

(b) Apreciar y esparcir las verdades universales enseñadas por los grandes profetas y maestros de la humanidad en cada edad y tradición, sintetizados inmemorialmente en la herencia Judío Cristiana como amor a Dios y amor a la humanidad;

(c) Afirmar, defender y promover el valor supremo y la dignidad de cada personalidad humana y el uso del método democrático en las relaciones humanas. 

(d) Implementar la visión de un mundo, esforzándose por una comunidad mundial fundada en los ideales de hermandad, justicia y paz;

(e) Servir las necesidades de las sociedades miembros; 

(f) Organizar nuevas iglesias y sociedades y expandir y fortalecer de otras maneras la religión liberal; 

(g) Animar la cooperación entre gente de buena voluntad en cada tierra.

Ya para los años 70s había avanzado el feminismo y las religiones paganas centradas en la naturaleza. Lucile Schuck Longview de Lexington, Massachusetts, presentó un taller en una conferencia de mujeres con el título: ¿Los principios de la AUUA nos afirman como mujeres? La respuesta de las participantes fue un rotundo !no¡ Reconocieron también que los principios no hablaban de la santidad de la madre tierra. Para 1981, la AUUA nombró un comité compuesto de ministros, laicos, hombres y mujeres. Ellos distribuyeron un cuestionario a todas las congregaciones y después de inmenso trabajo recopilando y analizando las respuestas, llegaron a una formulación de siete principios, que más que declaraciones de fe, son declaraciones de conducta ética. He aquí esos principios.

Como Unitarios Universalistas nos comprometemos a afirmar y a promover:

  1. El valor y la dignidad inherentes de cada persona.
  2. La justicia, equidad y compasión en las relaciones humanas.
  3. La aceptación del uno al otro y el estímulo del crecimiento espiritual en nuestras congregaciones.
  4. Una búsqueda libre y responsable por la verdad y el sentido de la vida.
  5. El derecho de la conciencia y el uso del proceso democrático dentro de nuestras congregaciones y en la sociedad en general.
  6. La meta de una comunidad mundial con paz, libertad y justicia para todos.
  7. El respeto por el tejido interdependiente de todo lo existente, del cual somos una parte.

A estos principios el comité unió cinco fuentes de nuestra tradición viva. Los principios y las fuentes fueron aprobados en la Asamblea General de 1985. Diez años más tarde se aprobó el añadir a las fuentes la sexta relacionada con las religiones basadas en la madre tierra. He aquí las seis fuentes: 

  1. La experiencia directa de aquel misterio y maravilla afirmada en todas las culturas, que nos lleva a una renovación del espíritu y a una apertura a las fuerzas que crean y sostienen la vida.
  2. Las palabras y escritos de mujeres y hombres con voz profética que nos desafían a enfrentar los poderes y estructuras del mal con justicia, compasión y el poder transformante del amor.
  3. La sabiduría de las religiones del mundo que nos inspiran en nuestra vida ética y espiritual.
  4. Las enseñanzas judías y cristianas que nos llaman a responder al amor de Dios, amando a nuestros vecinos como a nosotros mismos.
  5. Las enseñanzas humanistas que nos aconsejan escuchar la guía de la razón y los resultados científicos que nos advierten contra las idolatrías de la mente y del espíritu.
  6. Las enseñanzas espirituales de las tradiciones geocéntricas que celebran el círculo sagrado de la vida y nos instruyen a vivir en armonía con los ritmos de la naturaleza.

Agradecidos por el pluralismo religioso que enriquece y ennoblece nuestra fe, nos inspiramos a profundizar nuestro entendimiento y expandir nuestra visión. Como congregaciones libres entramos en este pacto, prometiéndonos apoyo y confianza mutuos.

Para entrar a una iglesia UU no se necesita dejar nada en la puerta. Todxs son aceptadxs tal cual son, aún con residuos de antiguas creencias e ideas. Esto es porque sabemos que tarde o temprano, quienes verdaderamente sienten el llamado a practicar nuestra fe, se sentirán movidxs como lo hicimos tantxs otrxs a despojarse de las cargas pesadas de dudas acerca de la veracidad de la religión que deseamos dejar, desilusión al comprender que ya no nos llena el espíritu y culpa por querer y de echo dejarla. Pero también sabemos que, en compañía de  congregaciones como las nuestras, compuesta de personas que no temen cuestionarlo todo y saber escuchar la voz de la razón y de la propia conciencia, lograrán alcanzar libertad de pensamiento, valor para buscar la verdad donde quiera podamos encontrarla y alegría y convicción para enfrentar la vida.  

Es importante reconocer que el Unitario Universalismo ha sido y continúa siendo, una institución y un movimiento. Como institución ofrece estabilidad y pone límites. Como movimiento impulsa al cambio, marcha a la vanguardia de nuevas ideas, no teme hacer preguntas osadas y se mantiene fresco.

El Unitarismo es una fe salvadora. En estos tiempos en que todo cambia a veces abruptamente, en que no acabamos de enterarnos y comprender un avance de la ciencia y la tecnología, cuando llega otro a abrumarnos aún más con sus consecuencia éticas y morales, el habernos liberado y aprendido a usar nuestra razón y conciencia para obrar con ecuanimidad y sabiduría como lo enfatiza esta religión, es de veras la mejor salvación. 

El Universalismo es una fe salvadora. En estos tiempos en que nos acosa el terror, de hecho, nuestros gobernantes nos han embarcado en una guerra a muerte contra el terrorismo, en que hay incertidumbre generalizada respecto a los trabajos, a la inmigración, en estos tiempos en que nos sentimos impotentes, la fe Universalista tiene aún más importancia. Esta fe debe servirnos de faro y apoyo para poder encarnar nuestros difíciles principios de afirmar y promover la paz, la justicia, la libertad para todxs sin excepción.

La autora de este escrito ha decidido usar la letra x a modo de lenguaje inclusivo/neutro respecto al género.

A. Powell Davis, Curtis Reese, Dogma, Robert Cummins, seis fuentes UU, siete principios UU, Unitario, Universalista

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Rev. Lilia Cuervo

La Rev. Unitaria Universalista Lilia Cuervo obtuvo su maestria en Divinidad del Seminario Unitario Universalista Starr King para el Ministerio, en Berkeley, California. Ademas es licenciada en Matemáticas y Física de la Universidad Nacional Pedagógica Femenina en Bogotá, Colombia y tiene otra maestría en Demografía de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.
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