La gigantesca selva del Amazonas más que nunca está en peligro por culpa de la irresponsabilidad humana. Es un momento oportuno para reflexionar y actuar en su socorro, así también en socorro de todos nuestros ecosistemas de los que formamos parte.
Una de las cosas más intrigantes que una vez escuché en mis años de estudiante era que la selva del Amazonas, llena de vegetación y humedad, requiere de la aridez del desierto del Sahara. ¿Cómo es eso? Las arenas saharianas cruzan el océano Atlántico arrastradas por las tormentas y son depositadas en la gran cuenca del río Amazonas, ayudando en gran manera a fertilizar y mineralizar el suelo que servirá de sustrato a una gigantesca diversidad de flora y fauna, sello del pulmón verde del planeta. También me llamó mucho la atención como ciertas regiones del altiplano en Chile, limitantes con el ultra árido desierto de Atacama, reciben las lluvias estivales remanentes provenientes del Amazonas, que logran avanzar a latitudes más australes y descargar sobre los Andes. A fin de cuentas, un verdadero comportamiento simbiótico sin barreras geográficas ni menos geopolíticas.
Este invaluable y gigantesco jardín, que es sumamente frágil a la vez, como nunca antes ha estado en riesgo de desaparecer por culpa de la irresponsabilidad del ser humano. Han sido tanto la tala indiscriminada como los voraces incendios forestales los ejemplos de tal irresponsabilidad que se han venido dando por muchos años. En este año 2019 se han reportado alarmantes cifras récord de hectáreas arrasadas por el fuego. Ni imaginar lo que se podría venir para los próximos años si la tendencia no se revierte. El humo ha estado oscureciendo los cielos de grandes ciudades a plena luz del día, y las voces de preocupación no se han hecho esperar.
Como sudamericano, como conocedor de esta selva que tapiza esta parte del continente, me preocupa el ver cómo su deterioro avanza. A ratos pienso que esto huele a algo apocalíptico, a ratos pienso que sí hay una esperanza pese a este apocalipsis medio ambiental, a ratos pienso en qué se puede hacer concretamente y a ratos pienso que hasta una sincera cadena de oración por la Amazonía puede ayudar como lo hace ese granito de arena del Sahara a su existencia. En estos últimos días he visto ciertos virales por internet y redes sociales llamando a orar y a actuar. No me he quedado indiferente. Incluso he tenido ocasión de hablar con un amigo que vive en la megaciudad de Sao Paulo para compartir preocupaciones.
Pero pese a estas preocupaciones válidas, nuestra fe nos invita a actuar. Independiente de dónde estemos, cualquier gesto noble de corazón de seguro servirá. Esta selva es una bendición para todo el mundo y su estado de salud repercute en la armonía medio ambiental del planeta entero. Si no somos bomberos forestales en terreno, si no podemos estar allí mismo para apagar esas llamas o para convencer a quienes toman malas decisiones respecto al uso de los recursos naturales, es tranquilizador que nuestras mentes estén en sintonía para mandar una oración o pensamiento por Amazonía, o para realizar incluso cualquier acción positiva que contribuya a su bienestar, así también al bienestar de tantos ecosistemas nativos y milenarios que sufren alrededor del mundo. Seamos Unitarios Universalistas o seamos también personas de otra determinada espiritualidad/religión que leen y aprecian estos espacios, tenemos la invitación universal a reflexionar, a cuidar y a actuar sobre la base de la intrigante red de interconexión que nos rodea, de la cual tanto un árbol amazónico como nosotrxs mismxs formamos parte.
Amazonía, irresponsabilidad humana, Justicia Ambiental, Medio Ambiente, planeta, selva tropical
Latest posts by Raul Martinez Quiroz (see all)
- Reflexiones en noviembre - noviembre 3, 2020
- Quien haya aguantado hasta el final… - agosto 2, 2020
- Cuando se buscan enseñanzas positivas - abril 29, 2020