¿Cómo es posible que estemos pasando por otro ciclo de renovado miedo por parte
de las poblaciones blancas, principalmente en nuestro continente y en Europa?
Estas, temiendo su desaparición como mayorías, reanudan sus malpensadas
estrategias de calumniar, negar entrada, oprimir y abusar de mil maneras a las
minorías de color y a las personas migrantes, a quienes usan como bodes
expiatorios de su miedo y fragilidad. En mi artículo a seguir sugiero una práctica
para conservar la paz, la esperanza y la compasión bajo estas deplorables
circunstancias.
Estamos viviendo tiempos turbulentos, llenos de angustia e incertidumbre, causados lamentablemente por un recrudecimiento de las tiranías en nuestro continente, en Europa y otras partes del mundo. Niños y adultos desplazados en masa por la violencia, la pobreza y las consecuencias del cambio climático en sus países. En lugar del refugio anhelado, en países tradicionalmente receptivos, encuentran rechazo, abuso físico y mental y horror de horrores, hasta la muerte, a manos de aquellos elegidos y encargados de cumplir precisamente las leyes establecidas para dar alivio a su situación.
Frente a tanto desasosiego me ha resultado supremamente difícil contener la ira y bendecir en lugar de maldecir a los que insultan y menosprecian a diario con palabras y obras a los inmigrantes, a los que buscan asilo y a las minorías tradicionalmente oprimidas de las cuales soy parte. Sin embargo, estoy consciente de que al odiar, al maldecir y al albergar deseos de venganza en mi corazón, no importa cuán justificado todo eso me parezca, y cuánto desahogo momentáneo sienta, lo que estoy haciendo es incrementar la energía negativa a mi alrededor, bloquear lo que podría ser una conexión compasiva con mis semejantes y retrasar mi crecimiento espiritual y humano.
Afortunadamente no estoy sola ni en mis sentimientos negativos, ni en lo que puedo hacer para convertirlos en positivos. En mi congregación Unitaria Universalista me recuerdan a menudo los principios que me pueden guiar para conjurar sentimientos apropiados frente situaciones difíciles. Así, nuestro primer principio me recuerda el respeto que debo tener por el valor y la dignidad inherentes de cada persona, aún de aquellas que por sus acciones se puedan tildar de malvadas; el segundo me incita a tener justicia, equidad y compasión en mis relaciones humanas; el sexto principio me mueve a hacer lo que esté a mi alcance para lograr una comunidad mundial en la que todos vivamos con paz, justicia y libertad y el séptimo principio me recuerda que aunque soy una infinitésima parte del tejido interdependiente de todo lo existente, aun así, mis acciones pueden y deben contribuir a mantener sin rasgaduras y deterioro de ese tejido universal.
Como si esto no bastara, las fuentes riquísimas que mantienen viva nuestra tradición religiosa son un acervo de profundas y sabias enseñanzas practicadas con fidelidad y valentía por nuestros mártires y profetas a través de los siglos. Para mí, la fuente más importante es:
la experiencia directa de aquel misterio y maravilla afirmada en todas las culturas, que nos lleva a una renovación del espíritu y a una apertura a las fuerzas que crean y sostienen la vida.
Ese misterio y maravilla no se puede describir adecuadamente a pesar de los miles de nombres que le demos, entre ellos, Dios, Diosa, Fuente de Amor, Presencia Bienamada.
Otra de nuestras fuentes es:
la sabiduría de las religiones del mundo incluyendo las enseñanzas espirituales de tradiciones que celebran el sagrado círculo de la vida y la armonía con los ritmos de la naturaleza.
Hoy deseo compartir cómo el orar a menudo y mantener una actitud de agradecimiento, preceptos comunes a varias religiones del mundo y los cuales aprendí de mi madre a una tierna edad, (aun siento su voz diciéndome: Mijitica querida, que tu vida sea una plegaria de gratitud a la fuente de todo bien) me están dando paz y ayudando a mantener una perspectiva de confianza en la acción en pro de un mundo mejor, evitando así mi desespero.
Veamos ejemplos de cómo varias religiones practican la oración y la gratitud. Tom Porter, jefe de la tribu Mohawk, nos dice:
«En el momento en que se levantan las personas deben saludar al Creador, después a su hermano el sol, a sus padres y a sus vecinos. Durante el día, se deben decir pequeños ¡Holas! al ganado, a los animales salvajes, aún a las flores y a los árboles para recordarnos que somos uno con todo lo que existe».
Los judíos practicantes usan bendiciones especiales a través del día: al emprender una tarea, al usar un objeto y al sentarse a la mesa. Esas bendiciones contribuyen a lo que en el judaísmo místico se llama Tikkun Olam, que significa la responsabilidad de ayudar a mantener un mundo amable y a repararlo cuando éste haya sido averiado.
Para los musulmanes la práctica más importante es precisamente orar. La plegaria o azalá debe recitarse cinco veces durante el día en cualquier lugar donde se encuentren, mirando hacia la Meca; ésta se hace con los pies descalzos y es precedida por lavado de las manos, la cara, los pies.
Todo hindú debe recitar al amanecer la mantra, o pequeña oración Gayatri, así:
«Meditemos en el resplandor glorioso de Savitri, la Luz Suprema, para que ilumine nuestras mentes. OM».
En el colegio, con las monjas católicas empezábamos todos los días orando en la misa diaria; a mediodía recitábamos el Ángelus igual que a las seis de la tarde cuando iba seguido del rosario y terminábamos el día en acción de gracias. De acuerdo a la enseñanza de Jesús aprendí a rezar por mis enemigos y a bendecir a los que me odiaban. En estos días en que estoy hastiada de malas noticias, que me repugna ver y escuchar a ciertos gobernantes y comentaristas políticos, estoy tratando de practicar esa enseñanza. En lugar de apagar la T.V. para no verlos ni oírlos, me estoy forzando a enviarles pensamientos de buena voluntad y hasta a orar porque yo y todxs abramos nuestros corazones a la compasión.
A primera vista, hacer del día una plegaria de gratitud puede parecer difícil. Pero como todo en la vida, con buena voluntad y practicando poco a poco lograremos formar el hábito de orar con agradecimiento. Al despertar podemos como los Mohawk saludar al Creador y agradecer por un nuevo día. Al mirarnos en el espejo podemos agradecer por los dones recibidos en el cuerpo, en la mente y en el alma. Al tomar el baño podemos agradecer por el agua, el jabón, las toallas, la tubería y por todas las personas pasadas y presentes que de una forma u otra contribuyeron a hacer posible ese baño. Esto mismo lo podemos hacer al alimentarnos, al hacer compras, trabajar en casa o la oficina, manejar el carro o usar transporte público. Al mirar al cielo, los árboles, el mar o las montañas, al ver cualquier animal grande o pequeño podemos orar en gratitud por su existencia y en alabanza por su perfección. Si estamos en un apuro podemos confiar que saldremos de él y elevar una oración de gratitud por la ayuda que muy ciertamente recibiremos del Espíritu de Compasión y Amor.
Una manera fácil de crear conexión y de esparcir el bien la aprendí de una amiga quien al sentir o ver pasar un avión en el firmamento, o un tren o carro en la autopista o carretera, envía buenos pensamientos a los conductores y pasajeros para que tengan un viaje y una llegada feliz. Como en este ejemplo, podemos enviar nuestras nuestros buenos deseos y gratitud sin que las personas a quienes dirigimos esos pensamientos lo sepan. Así, podemos agradecer a los ingenieros que inventaron las máquinas que utilizamos, a los agricultores que cultivaron las frutas y verduras y a los intermediarios que nos las hicieron llegar. Igualmente podemos bendecir y dar gracias a toda la multitud de gente quienes sin que tengamos una idea de quiénes son, nos benefician con sus inventos y trabajo.
Querámoslo o no, con el solo hecho de formular pensamientos aun sin darles expresión, dependiendo si éstos son buenos o malos, estamos aumentando o disminuyendo la buena o mala energía que circula a nuestro alrededor y alrededor del universo. Por esto me encantaría invitarlos a que hagan de cada día una plegaria de gratitud; estoy segura que luego de empezar esta práctica su imaginación y creatividad se agudizarán pensando a quiénes o a qué envían sus bendiciones y agradecimiento. Al apreciar con gratitud y al bendecir a seres humanos, a animales, plantas, rocas, fuego, tierra, agua y aire, les estamos impartiendo la calidad de sagrados. Imagínense cómo cambiarían para mejor nuestras vidas, nuestros hogares, la sociedad y el mundo, si ustedes y yo, pensáramos y obráramos así.
bendición, gratitud, inmigrantes, oración, principios Unitarios Universalistas.
Rev. Lilia Cuervo
Latest posts by Rev. Lilia Cuervo (see all)
- Claveles rojos, claveles blancos para nuestras madres - abril 29, 2020
- Proclamación del Día de las Madres - abril 29, 2020
- ¿Qué guía a los Unitarios Universalistas en el sentido espiritual, ético y moral? - marzo 4, 2020