Guatemala abunda en tesoros de arte, cultura, historia, y tradición,
reflejando un mestizaje único con profunda influencia de la civilización maya. Sin
embargo, la mayoría de su gente lucha para obtener vidas seguras y saludables.
Durante muchas décadas, desde mi niñez, he tenido interés en las civilizaciones antiguas. Fue una de las razones por las que escogí la antropología como el enfoque de mi bachiller y maestría. La otra razón fue mi intención de obtener una comprensión más profunda de lo que significa ser un puertorriqueño en los Estados Unidos. Mi fascinación por la historia antigua estaba inevitablemente vinculada con la ciencia de la arqueología, que intenta reconstruir los sistemas de sociedad, economía, estilos de vida y creencias de antiguas culturas que dejaron restos y artefactos enterrados profundamente en el suelo del remoto pasado.
Tuve la suerte de casarme con Elsa, una mujer que compartía intereses similares, especialmente en visitar sitios arqueológicos en México, la tierra de sus antepasados. Estas ruinas nos llenaron de asombro por su monumental majestad y antigüedad. En Yucatán fuimos a Chichén Itzá, entre otros sitios, así como a Tajín en Veracruz y la gran metrópolis inolvidable de Teotihuacán, al norte de la Ciudad de México. Compartimos estas nuevas experiencias y a menudo experimentamos no solo una sensación de asombro sino también un profundo sentido de lo espiritual en estos sitios sagrados.
Ha pasado una década desde que visitamos sitios antiguos, y después de haber estado en Costa Rica por cuatro años, planeamos un viaje a la vecina Guatemala, en particular las ruinas que constituyen el patrimonio mundial de Tikal, una antigua ciudad maya que ejerció su poder e influencia sobre una vasta área durante cientos de años.
Además, queríamos disfrutar de otros tesoros culturales en Guatemala: la belleza de la tierra en regiones como el Lago Atitlán, la increíblemente conservada ciudad colonial de Antigua, reconocida por la UNESCO como patrimonio de la humanidad, así como el arte y artesanía guatemalteca de renombre internacional, especialmente en el medio de los textiles.
Queríamos planificar un viaje que no solo fuera agradable sino también significativo y respetuoso con la gente y la tierra. Por lo tanto, decidimos participar en un comercio justo para todos los productos y servicios que compramos en Guatemala, evitando los hoteles, alojamientos, restaurantes y comerciantes de propiedad extranjera. Gracias a la planificación detallada y concienzuda de Elsa, pudimos emprender un viaje basado no solo en lo que nos traería alegría y beneficios, sino también en lo que serviría como contribución, por muy escasa que sea, al bienestar económico de todos los guatemaltecos con que comerciamos.
Nos consideramos turistas eco-culturales dondequiera que viajemos, siendo conscientes del privilegio que tenemos, uno que la mayoría de personas en el mundo no tienen, de viajar como turista más allá de las fronteras de nuestra tierra natal. Lo que sigue es un breve resumen de lo que disfrutamos, encontramos y aprendimos en nuestro viaje a Guatemala durante el pasado mes de mayo.
En primer lugar, viajamos a esta tierra vecina plenamente conscientes de las dolorosas crisis social, económica y política que están sufriendo los guatemaltecos, en particular, con un gobierno de derecha involucrado en asesinatos políticos y abiertamente faltando el respeto a los derechos humanos de su propia gente. Lo más doloroso para nosotros son los miles de ciudadanos desesperados, incluyendo padres con niños pequeños, que caminan cientos de kilómetros hasta El Norte, con la esperanza de encontrar refugio, pero en su lugar encuentran con detenciones, horrible encarcelamiento, separación de sus seres queridos y un trato inhumano peor que el dado a criminales peligrosos.
Contra todas estas condiciones hemos participado en marchas y demostraciones de protestas, y aunque sabemos que están esencialmente fuera de nuestro control, sentimos que como eco-turistas dondequiera que vayamos, debemos actuar de manera coherente con nuestros principios unitario universalistas de justicia social e igualdad humana.
En cada interacción con los comerciantes, vendedores, artistas y artesanos guatemaltecos, los tratamos con imparcialidad y respeto, y a cambio, sin excepción, nos respondieron con calidez, amabilidad, conversación amistosa y un abrazo de bienvenida a su pueblo, su tradición, o su cooperativa. Ciertamente, una de las sorpresas más agradables fue en el pueblo tradicional maya de San Juan de la Laguna, donde descubrimos varias cooperativas de textiles establecidas y operadas por mujeres tejedoras que alimentaban y sostenían a sus familias con sus ingresos.
Orgullosas de su trabajo, las tejedoras nos brindaron demostraciones y presentaciones de los colores, los materiales y las técnicas que utilizan, y respondieron con paciencia a nuestras preguntas. Una de las cooperativas incluso adjuntó una etiqueta a cada bufanda, camisa o manto con el nombre y la foto de la artista que la produjo y la cantidad de horas que tomó para hacerlo. Les compramos con la plena confianza de que su bello trabajo es auténtico, por lo cual merecen una justa compensación.
Entre los comerciantes que visitamos se encontraba una cooperativa de artistas con pinturas en varios estilos que integraban poderosos símbolos mayas expresados en colores vibrantes e infundidos con un significado profundo. A pesar de nuestro presupuesto limitado, pudimos adquirir pinturas de dos excelentes artistas, valorando sus talentosas expresiones como verdaderas obras de arte.
Más allá de las compras materiales, también nos alojamos en propiedades operadas por comerciantes locales, incluida una estadía en una linda casa con balcones y una amplia vista al lago Atitlán. Estaba en las afueras del pequeño pueblo de Tzununá y operada por una familia maya. Nos sentimos muy cómodos y, además, tuvimos la extraordinaria oportunidad de conocer y participar en ceremonias de bendición ritual con el anciano de la familia, Don Tránsito, un sacerdote maya.
Justo afuera de la casa había un altar de piedra, junto a un círculo ceremonial, que contenía velas, incienso e íconos religiosos ante los cuales Don Tránsito realizó dos bendiciones ceremoniales. La primera bendición era para protegernos como viajeros en Guatemala y en nuestra jornada espiritual.
La otra bendición fue para los collares con figuras mayas que habíamos adquirido para nosotros y nuestros tres nietxs. Las dos bendiciones se llevaron a cabo en una noche de luna llena; entre otros gestos, Don Tránsito nos roció con agua sagrada mientras recitaba palabras en su dialecto maya. Esta singular y sagrada experiencia nos afecto espiritual y personalmente.
Nos dimos cuenta que las mujeres mayas, especialmente en los pueblos que rodean el lago Atitlán, siempre se visten con sus huipiles y faldas tradicionales, contrastando con los hombres que se visten tradicionalmente solo en ocasiones especiales. El estilo de vida de los aldeanos es muy humilde, muchas veces observamos que aun hasta los ancianos cargan leña para sus fogones. Son gente muy amable, generosa, trabajadora y humilde en su comportamiento personal, pero orgullosa de sus tradiciones. Nos dio lástima que estén gobernados por un régimen que no los respeta, ni los reconoce como el tesoro humano que verdaderamente son para el país entero.
Entre otros tesoros mayas que disfrutamos fueron las ruinas de Tikal, el primer lugar que visitamos en este país. La metrópolis de Tikal es fenomenal e impresionante, pero a diferencia de las ruinas en México, no estaban bien mantenidas. Había dos museos cerca de la entrada al parque arqueológico, pero nadie nos informó que los boletos para acceder a ellos, se tenían que comprarse al mismo tiempo que los del Parque Tikal. Además, ninguno de los dos museos tenía iluminación o electricidad en absoluto. Solo había electricidad durante algunas horas para los tres costosos hoteles en la entrada del parque.
Tuvimos la buena fortuna de tener un buen guía para recorrer Tikal, quien nos ofreció mucha información sobre la cultura y arquitectura maya. Pero también nos informó que, de todo el dinero generado por el Parque Tikal, solo el 10% se dedica al mantenimiento y conservación del parque y para los salarios para sus empleados. En resumen, el gobierno guatemalteco está explotando económicamente la fama de Tikal, pero contribuye muy poco a su preservación y mejoramiento. ¡Es simplemente una situación de abuso y abandono!
Después de visitar a Tikal y explorar los pueblos tradicionales rodeando el bellísimo lago Atitlán, nos quedamos en Casa Antigua, un hotel reconstruido de una hacienda colonial. Caminando por la ciudad colonial de Antigua, la primera capital de la Capitanía General de Guatemala, nos da la impresión de entrar en otro tiempo, pasando las antiguas haciendas, iglesias, monasterios, que ahora albergaban tiendas, restaurantes, y hoteles. La preservación es absolutamente sorprendente y encantadora.
Los visitantes y residentes de Antigua reflejaban cada clase social en las Américas, con personas de todo el mundo como en Times Square de Nueva York, pero en un entorno colonial de siglos atrás.
Observamos policías o la presencia militar en muchas partes, jóvenes mestizos con enormes rifles semiautomáticos que custodiaban bancos, tiendas y hasta farmacias. La presencia militar y policial es tan común que después de un tiempo uno la ignora.
Para la mayoría de los visitantes, Guatemala es relativamente económica; todos sus bienes y servicios, desde la comida hasta el alojamiento y el transporte local, son muy razonables. La gente en su mayoría, es pobre y está subordinada a brindar servicios y labor por salarios bajos. El gobierno no proporciona adecuada atención médica, educación ni otras garantías sociales y económicas que podría aliviar la pobreza.
La religión común, como en muchos países indígenas del continente sur, mantiene una apariencia católica, pero los ritos y tradiciones son aún profundamente mayas. Sin embargo, a diferencia de la mayor parte del México urbano, donde todos están cubiertos de una capa católica, en Guatemala, todavía hay numerosos sacerdotes mayas que siguen la religión original anterior a la conquista, orando y haciendo rituales y sanaciones en sus dialectos maya, utilizando colorido altares, llenos de íconos y reliquias religiosas.
También observamos muchos elementos de la Nueva Era, que se volvieron muy populares en diciembre del 2012, debido a la locura del apocalipsis maya que fue una falsa interpretación del ciclo de Baktún por parte de los occidentales. Sin embargo, la innegable naturaleza mística de la religión maya ha generado varios centros, escuelas, e instituciones que proporcionaron prácticas de meditación, temazcales y otras experiencias místicas que combinan las prácticas y ceremonias de los mayas con las del Oriente y de la Nueva Era.
En fin, tuvimos la dicha y oportunidad de poder viajar a este maravilloso país tan antiguo y atesorado como pobre y abandonado por su gobierno. Como unitarios universalistas tratamos a todxs con cariño, respeto y amistad, y recibimos de la gente un abrazo de hermandad latina y generosa hospitalidad. Sabemos que nuestro viaje no cambió en absoluto las condiciones difíciles que confrontan la mayoría de guatemaltecos, pero también estamos seguros que hicimos una contribución pequeña pero justa a quienes tuvimos la dicha de conocer.
Antigua, Guatemala, Lago Atitlán, Maya, Tikal, y turismo eco-cultural.
Julio Noboa
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