Tomado de Unitaris de Catalunya
Como sabemos, los orígenes de nuestra tradición religiosa unitaria se encuentran en los movimientos antitrinitarios de la Reforma del siglo XVI. Ya entonces, uno de los principales argumentos de los reformadores unitarios era el uso de la razón a la hora de revelar los misterios de la revelación cristiana. Así, uno de los motivos de rechazo de la Trinidad era su convicción de que se trataba de un dogma incomprensible. Era necesario, pues, volver a la simplicidad evangélica, de una religión liberada de las elucubraciones de los teólogos. Dos siglos después, con la llegada de la Ilustración, algunos redescubrieron aquellos escritos y concibieron una religión que estuviese basada en la razón y no en creencias absurdas y supersticiosas. Pensadores como Joseph Priestley, que era científico además de ministro unitario (fue, por ejemplo, quien descubrió el oxígeno), insistieron en que era preciso eliminar toda idea irracional de la religión. Thomas Jefferson, redactor de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, llegó incluso a reescribir los Evangelios, eliminando todo suceso sobrenatural, como los milagros e incluso el relato de la resurrección de Jesús. Este libro, conocido hoy como “Biblia de Jefferson”, fue enormemente influyente en su tiempo. Otro líder unitario norteamericano, William Ellery Channing, afirmó:
“Profesamos que no conocemos ningún libro que exija un ejercicio más frecuente de la razón que la Biblia… Sentimos que nuestro deber es ejercer nuestra razón sobre ella de forma perpetua y comparar, inferir e ir más allá de la letra hacia el espíritu, y buscar en la naturaleza del tema y la intención del escritor cuál es su verdadero significado; y, en general, utilizar lo que es conocido para explicar lo difícil y para descubrir nuevas verdades.”
Con el paso del tiempo, aquel énfasis de los unitarios racionalistas fue visto como un obstáculo para la verdadera espiritualidad. Los Trascendentalistas, encabezados por Ralph Waldo Emerson, imbuidos del anhelo místico del Romanticismo, preferían usar la intuición y sentir la conexión con la Naturaleza como base de su experiencia religiosa y aborrecían el abuso del racionalismo que encontraban en las iglesias unitarias.
Posteriormente, en el siglo XX, el racionalismo conoció un reverdecer con el crecimiento del movimiento Humanista, que reclamaba una mayor atención a la Ciencia y el progreso y rechazaba la religión tradicional. En lugar de Dios, pensaba que el centro de la experiencia religiosa debía ser el Hombre mismo, liberado finalmente de las supersticiones del pasado mítico y preparado para asumir las riendas de su propio destino sin necesidad de depender de ideas sobre seres y realidades sobrenaturales.
Sin embargo, a finales de los años 70 del siglo pasado y durante los últimos decenios, ha habido un creciente rechazo hacia el Humanismo Religioso por considerar que había privado a la espiritualidad de su vertiente emocional, convirtiendo la religión en una actividad puramente mental, fría y carente de calidez. Esta reacción ha ido acompañada de otras corrientes, como la feminista, que nos invita a valorar y profundizar en lo femenino como fuente de espiritualidad y sabiduría, así como los que promueven un retorno a las religiones pre-cristianas del pasado para reconectar con la Naturaleza y con la ecología.
Sin duda, estas nuevas corrientes han aportado una mayor calidez y profundidad al viejo Humanismo. De todas maneras, hoy es preciso reflexionar sobre si no sería preferible encontrar un nuevo equilibrio en este viejo debate entre lo racional y lo emocional en la religión. Los acontecimientos recientes, en los que el fanatismo y el fundamentalismo no se limitan a condenar el mundo moderno, sino que lo atacan violentamente, nos obligan a preguntarnos sobre la importancia del uso de la razón cuando hablamos de religión. Otro tipo de fundamentalismo quiere, por su parte, ignorar todo lo que podrían aportar las religiones en nombre de un nuevo racionalismo antirreligioso. En esta guerra ideológica, los liberales nos vemos a menudo atrapados entre dos frentes que luchan por dominar el futuro de la humanidad.
Cuestiones para el debate:
- ¿Es necesario, como decían Channing y Priestley, el uso de la razón en la religión? ¿Sigue siendo hoy una aportación necesaria que podemos hacer para avanzar hacia la paz y una mejor comprensión del fenómeno religioso?
- ¿Consideras, por el contrario, que la razón es un obstáculo para la espiritualidad, al empeñarse en racionalizar aquello que, por su propia naturaleza, está más allá de los razonamientos y la lógica?
- ¿Cómo crees que pueden combatirse los fundamentalismos? Si atacan con armas, ¿solo cabe responder con más armas? ¿Cómo podemos los liberales (es decir, los partidarios de la libertad) ganar si usamos únicamente los mismos recursos violentos que ellos?
Jaume De Marcos
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