Donde el sonido de la tierra es grave, la política de liberación de Dios es firme y clara, y la vida estalla en una melodía polifónica en la cual todos los afectos terrenales, todos los placeres y alegrías mundanos encuentran su verdad y autonomía. La una no es real sin la otra; pero tampoco pueden confundirse. […]
El hombre es libre para charlar, para beber y comer, para estar inactivo en la contemplación pura, para gozar del juego del sexo, para divertirse […] es liberado para el humor, que existe sólo cuando […] no se toma a sí mismo demasiado en serio, cuando no se ve dominado por obsesiones mesiánicas acerca de su poder para crear historia. Es libre para bromear, para el arte, para la contemplación de la naturaleza. Debido a que la vida del hombre se halla arropada por la política de Dios, que abre el hoy a un nuevo mañana, el presente se vuelve libre para el hombre.
* Rubem Alves – A Theology of human hope (1969)
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