Nuestro espíritu y nuestra mente como nuestro cuerpo, también deben ser alimentados, pero en este caso no es a través de nuestras bocas, sino a través de nuestros corazones y mentes.


Mi madre nos enseñó a cocinar a mi hermano, mis 6 hermanas y a mi desde que éramos niños con la finalidad de que no dependiéramos de nadie cuando fuéramos adultos, También debo confesar que no toda la comida que mi mamá cocinaba me gustaba, por lo tanto nunca pude decirle a mi ex esposa que mi madre cocinaba mejor que ella como lo hacen la mayoría de los maridos, (ups, hasta ahora empiezo a entender por que me siento frustrado) (es una pequeña broma) por supuesto, que ya casado, mi ex-esposa era la que se encargaba de esa tarea. Yo llegaba a cocinarle en ocasiones muy especiales. Después de que me divorcie comía en algún restaurante, pero después descubrí el gusto por la cocina, pero cuando hablo de cocina no me refiero al lugar físico, el cual también me gusta y comentario aparte, me trae muy buenos recuerdos de mi abuela paterna. A lo que me refiero es al hecho de cocinar.

Siempre me ha llamado la atención la fantasía, los magos, los alquimistas, la transmutación de los metales, el descubrir la piedra filosofal, los misterios y muchas cosas de ese estilo, tal vez por eso me gusta cocinar. ¿Pero que tiene que ver el cocinar con magia, magos, transmutación de metales, de piedras filosófales y alquimistas de la edad media, se preguntaran ustedes?

Cuando estoy en la cocina cocinando, me imagino como si yo estuviera en la cueva obscura y tibia del Mago Merlín, o de algún alquimista de la edad media preparando algún potaje mágico. Me gusta la paciencia que debe uno tener en la cocina para que el fuego transforme los elementos básicos que uno va poniendo en el perol, para descubrir después la magia resultante, la magia de la transformación. Me fascina mezclar los ingredientes y descubrir nuevos sabores y texturas, y después halagar con esos potajes mágicos a mis amigos y por supuesto, a mí mismo, y no se trata de realismo mágico, sino de magia directa, porque de eso se trata el cocinar, de hacer magia. Al compartir los alimentos con los amigos y con personas desconocidas, se produce otro acto de magia, la magia de la amistad, la magia del entendimiento mutuo, la magia del amor.

Por supuesto que yo no invento nada, porque tengo enfrente de mi algún recetario donde me va indicando como y que debo de hacer, aunque hay veces que substituyo, quito, o le agrego algunos ingredientes con los que creo que la comida puede saber mejor y con ello crear un poco de más magia.

Me gusta mucho la comida mexicana, la italiana, la francesa, la japonesa, la tailandesa, y la china, algunas comidas de la cocina española, la alemana y de la hindú, tal ves a ustedes les guste alguna diferente clase de comida de la que a mi me gusta, tal ves coincidamos en alguna, pero cuando están comiendo cualquier tipo de comida, ¿se han puesto a pensar en que sería de todas esas comidas de todos esos países si no se hubieran enriquecido con los productos y conocimientos de todas las regiones y países que contribuyeron a crear esas delicias de las que hoy disfrutamos? ¿Se pueden imaginar una paella valenciana sin arroz, ya que el arroz es originario de China, no de España, o un mole poblano sin almendras, ajonjolí, clavos, cebolla, ajo, azúcar, perejil o pimienta? (todos estos productos fueron traídos por los españoles a América) eso no sería un mole como lo conocemos los mexicanos, solo sería una pasta de chiles, ¿Se imaginan un tiramisú sin café ni chocolate, o simplemente una pizza sin puré de tomate?

Si las diferentes culturas no hubieran aportado todos los ingredientes para crear las delicias con las que actualmente alimentamos a nuestro cuerpo y a nuestra alma, porque estarán de acuerdo con migo que el comer una comida deliciosa, alimenta también a nuestra alma, no solo a nuestro cuerpo. A este tipo de fusión de los elementos que conforman nuestra comida de todos los días yo le llamo mestizaje culinario.

Al buscar en el diccionario la palabra mestizaje, me encontré con algo muy simple como el cruzamiento de razas. Sin embargo el termino mestizaje es mucho más complejo de lo que parece, ya que se relaciona con otros términos y conceptos además del cruzamiento de diferentes razas. Mestizaje es una ideología que crea la fusión de varias tradiciones culturales como la lengua, la religión, el alimento, la música, etc.

Prácticamente, toda la comida de cada país en un sentido simplista, es una comida mestiza, ya que cada cultura ha ido incorporando a sus propias tradiciones alimenticias, productos, ideas, y formas de hacer las cosas de otras regiones y de otras culturas. La mayoría de los seres humanos prácticamente también somos mestizos. Actualmente en el mundo hay muy pocos pueblos que puedan decir que son de raza pura. Por ejemplo, nosotros los latinos somos el resultado de la mezcla de muchas sangres, la ibérica, la africana, la romana, la griega, la goda, la indígena americana, la francesa, la española y la sangre del medio oriente. Nuestro idioma español, también es un idioma mestizo, ya que es el resultado del latín, del griego, del árabe y del idioma que se hablaba en cada una de las regiones conquistadas por los españoles.

Laura Esquivel, escritora mexicana, autora de “Como agua para chocolate” nos dice en su libro “La Malinche”:

“Junto a la milpa, ella tenia un huerta donde convivían en armonía las plantas de origen europeo y las mexicanas. Mallinali, (que era el nombre original de la Malinche antes de que llegaran los españoles a América), se deleitaba creando nuevos platillos. Jugaba con la cebolla, el ajo, el jitomate, el cilantro, la albahaca, el perejil, con los nopales, las granadas, los plátanos, los mangos, las naranjas, el café, el trigo, el maíz, el cacao. Los nuevos sabores en la comida surgían sin poner resistencia al mestizaje. Los diferentes ingredientes se aceptaban entre ellos sin problema y el resultado era sorprendente. Era el mismo resultado que se había logrado en su vientre. Sus hijos eran el producto de diferentes sangres, diferentes colores, sabores y aromas, así como la tierra daba maíz azul, rojo, blanco y amarillo, pero permitía la mezcla entre ellos, era posible la creación de una nueva raza sobre la tierra, de una raza en la que convergieran todas, de una raza donde se recreara al dador de la vida, con todos sus diferentes nombres, con todas sus diferentes formas. Es la raza de los hijos de Dios”.

Los unitarios universalistas, también somos una comunidad y una religión mestiza. En una comunidad Unitaria Universalista como la nuestra, podemos encontrar personas muy diversas. Habemos algunos cristianos liberales de diferentes denominaciones, algunos católicos y algunos judíos, algunos agnósticos y hasta algunos ateos, otros admiran las filosofías y religiones de Oriente; otros son humanistas que valoran la ética, la ciencia y la razón; otros buscan la armonía con la Tierra y los ciclos de la naturaleza. Pero lo más habitual entre nosotros, es encontrar personas que tienen sus propias creencias individuales, forjadas a través de su experiencia personal, que beben de distintas fuentes espirituales y están abiertas a múltiples influencias. También aquí hay personas de varios países latinoamericanos, de España y Norteamericanos que hablan el español y venimos en diferentes colores: negro, blanco, amarillo, rojo y café, además de la combinación producida entre todos ellos. Somos la raza de los hijos de Dios.

Los Unitarios universalistas pensamos que aquello que nos une es mucho más importante que nuestras diferencias. Estamos unidos por la libertad de conciencia, por la libre y responsable búsqueda de la verdad, por el crecimiento espiritual basado en la apertura a las distintas corrientes espirituales, filosóficas y sociales del mundo. Estamos unidos por una religión renovada y mejorada, centrada en la persona y no en los dogmas. Los Unitarios Universalistas queremos construir comunidades de esperanza y amor, de bienvenida y de acogida calurosa, donde las personas se sientan respetadas queridas y valoradas por sí mismas y no por su adherencia a un determinado credo o cultura, o por su color de piel, su preferencia sexual, partido político o condición socioeconómica. Estamos unidos por lo esencial, como nos dice Carl Jung, Psicólogo del siglo XIX: «Cuanto más insiste el hombre en la falsa posesión y cuanto menos capta lo esencial, tanto más insatisfactoria es su vida… Cuando se comprende y siente que se está unido, ya en esta vida, a lo infinito, cambian los deseos y actitudes. En última instancia, uno se rige sólo por lo esencial, y si no se tiene esto, se ha malgastado la vida..» Si uno no se rige solo por lo esencial, se ha malgastado la vida.

Todos nosotros comemos todos los días para poder mantenernos sanos y fuertes y, por lo general, una vez a la semana nos sentamos a la mesa a disfrutar de una comida especialmente exquisita, esto no quiere decir que lo que comemos todos los días a la hora de la comida no sea una comida exquisita. Pero aquí hay una pregunta importante: ¿Que debe tener una comida para poder decir que es exquisita? Yo creo que lo que hace a un platillo exquisito esta en la calidad y en la unión perfecta de los diferentes elementos que lo conforman, los cuales enriquecen el sabor, además de ser muy atractiva a nuestros ojos y a nuestro olfato. Cuando estamos saboreando un platillo exquisito, no nos ponemos a pensar cual es el origen de los ingredientes con los que fue elaborada esa comida, simplemente lo disfrutamos con todos nuestros sentidos, ya que lo importante es que además de alimentarnos, a través de nuestro paladar, nuestros ojos, nuestro olfato y nuestro tacto, nuestras almas vibren de placer en el momento que estamos saboreando dicho platillo.

Para mi, nuestra fe unitaria universalista es como una comida especialmente exquisita, ya que en ella también se encuentran en perfecta armonía, diferentes elementos de otras culturas, de otras filosofías y de otras religiones, las cuales ya las hemos hecho nuestras y la fusión de todos estos elementos, también hace que nuestras almas y mentes vibren de amor, de compasión y de entendimiento hacia otras culturas, hacia otras religiones, hacia otras formas de pensar y de actuar, hacia otros seres humanos.

Nuestro espíritu y nuestra mente como nuestro cuerpo, también deben ser alimentados, pero en este caso no es a través de nuestras bocas, sino a través de nuestros corazones y mentes. En el festín de nuestra fe unitaria universalista podemos encontrar ese sabor fuerte y conocido de las enseñanzas judío-cristianas, que nos llaman a responder al amor de Dios, amando al prójimo como a nosotros mismos, también contiene la sabiduría de las religiones del mundo como son la budista o la islámica. Si ponemos un poco de atención a los sabores y colores de este platillo exquisito, podemos descubrir que también contiene el color verde de las enseñanzas espirituales de tradiciones basadas en la tierra, las cuales celebran el sagrado circulo de la vida y nos enseñan a vivir en armonía con los ritmos de la naturaleza, todos estos ingredientes están mezclados con el suave sazón de las enseñanzas humanistas que nos aconsejan oír la guía de la razón y los resultados científicos, y todo esto recubierto con las palabras y escrituras de mujeres y hombres con visión profética que nos desafían a enfrentar los poderes y estructuras del mal con justicia, compasión y el poder transformador del amor, así como la experiencia directa de aquel misterio y maravilla trascendentes, afirmados en todas las culturas, que nos llevan a una renovación del espíritu y a una apertura de las fuerzas que crean y sostienen la vida. Porque de eso se trata el acto de la alimentación, de crear y sostener la vida. La vida de la raza de los hijos de Dios.

Para mantener nuestro cuerpo sano, debemos alimentarlo todos los días en la cantidad y el balance adecuado entre carbohidratos, proteínas, grasas, como nos indican los nutriólogos, pero si a ese balance nutricional además le damos un aspecto atractivo y un sabor excitante, lo comeremos con mayor alegría que si solo comemos carbohidratos, proteínas y grasas juntas. Con nuestra alma es igual, necesitamos alimentarla todos los días con la cantidad y el balance adecuado de amor, compasión y confianza en la humanidad, y si lo aderezamos con justicia social, con el razonamiento de las cosas y con responsabilidad, y le damos el sabor excitante de la libertad de nuestra propia individualidad, será un platillo que halague a nuestra alma y a nuestra mente.

Ya tenemos la comida del cuerpo y del alma enfrente de nosotros, ¿ahora que nos hace falta para disfrutarla al más aún? Creo que nos falta la compañía de alguien para compartir este alimento del alma y la mente. Si enfrente de nosotros tenemos este platillo de alta cocina y la degustamos solos, no tendrá el efecto deseado a nuestra alma que si la compartimos con alguien más.

La idea de este festín unitario universalismo que cada mes se prepara en las cocinas de este Boletín, al igual como se hace en todas las iglesias unitarias universalistas de todo el mundo, es para que todos lo puedan disfrutar y se lleven ese rico sabor de boca en sus mentes y en sus corazones para toda la semana, y lo disfruten todos los días. Este festín es elaborado con la idea de crear un cambio, un cambio en nuestras propias vidas, un cambio consciente que nos haga sentir más vivos, que nos haga sentir más humanos, y disfrutemos la vida en toda su plenitud.

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Roberto Padilla

El doctor Roberto Padilla es miembro de la Primera Iglesia Unitaria de San Jose, California.
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