De vez en cuando reconocemos a algunos de los seres humanos notables que nos han antecedido. Ellos representan los mejores, los más brillantes, o quizás los más audaces innovadores en cualquier campo de la actividad humana. Casi desapercibido por los medios de comunicación masiva cuando falleció hace dos décadas, el educador brasileño Paulo Freire, fue una de esas personas notables, siendo uno de los pedagogos con mayor influencia en el siglo XX.
Sin embargo, el hecho de que en el moderno y poderoso Estados Unidos este sobresaliente educador no sea bien conocido, fuera de algunos círculos educativos, no resta valor a la influencia y al reconocimiento mundial de Freire. Nacido en una familia de clase media en la ciudad portuaria de Recife en septiembre de 1921, Freire sufrió la pobreza y hambre durante los años de la depresión. Esta experiencia personal de privación y humillación ayudó a inspirar a Freire en su dedicación de toda la vida, erradicar el hambre y la pobreza.
A partir de un período de servicio público durante el cual tuvo un estrecho contacto con los pobres urbanos, los intereses de Freire comenzaron a centrarse en la alfabetización de adultos. Después de obtener el título de doctorado en Filosofía e Historia de la Educación en 1959 en la Universidad de Recife, Freire estuvo más profundamente involucrado con el problema del analfabetismo cuando fue nombrado como el primer director del Servicio de Extensión Cultural de la Universidad.
A través de este servicio, Freire desarrolló programas de alfabetización que luego se convertirían en modelos para educadores de muchas naciones en vías de desarrollo. Reconociendo que en el Brasil los analfabetos ni siquiera se les permitía votar, además de sufrir múltiples opresiones, Freire desarrolló métodos de instrucción que respondieron a las duras realidades económicas y políticas.
A través de estos enfoques y de sus propias lecturas en teología de la liberación y la teoría de la educación, Freire desarrolló su propia filosofía de la educación. El éxito de ventas de su libro Pedagogía del Oprimido, describe el trabajo de Freire entre los campesinos y obreros en el noreste de Brasil y demostró el proceso de instrucción de cuestionamiento que generó lo que llamó «una comprensión crítica de la realidad.»
A medida que su obra evolucionó y su teoría se desarrolló, Freire introdujo nuevas ideas y conceptos al vocabulario educativo que verdaderamente revolucionó la forma en que los educadores de todo el mundo perciben el papel de la educación en sus sociedades. Él defendía que los estudiantes deben ser educados en la consecución de una «conciencia crítica» sobre su sociedad y el mundo.
Freire insistió que los educadores utilicen la «pedagogía de la liberación» mediante el cual los estudiantes no son consumidores pasivos de conocimientos, sino que son participantes activos en su propia educación. También acuñó la palabra «praxis» para definir el proceso de combinar la teoría y la práctica en la búsqueda de cualquier esfuerzo digno.
A pesar de su renombre en todo el mundo, o quizás debido a ello, las autoridades de la derecha que llegó al poder en Brasil después de un golpe militar, encarcelaron a Freire como un «subversivo». Ricos terratenientes e industriales temían que su poder sobre los oprimidos sería subvertido por un educador que politizó las masas en el proceso de hacerlos leer y escribir. Así, durante los 15 años de exilio y dos décadas de gobierno militar, el gobierno brasileño prohibió las teorías de la educación de Freire.
Pero el valor, la integridad de la obra y las ideas de Freire eran demasiado convincentes para suprimirlas de forma indefinida. Durante su exilio, él dio amplias conferencias, estableció programas de alfabetización en África y América Latina, y continuó escribiendo sobre sus conceptos en más de dos docenas de libros, algunos de los cuales se han traducido a 30 idiomas.
Después de regresar al Brasil bajo una amnistía política en 1980, Freire no solo ocupó varios puestos gubernamentales y académicos, sino también continuó viajando y dando conferencias, haciendo varias visitas a los Estados Unidos. A finales de los años 80’s en los EE.UU., varias organizaciones norteamericanas feministas Latinas, y Afroamericanas estaban utilizando técnicas de Freire en la alfabetización, al igual que en muchas escuelas independientes y programas de formación del profesorado, incluso hasta algunas corporaciones estaban encontrando sus métodos útiles para algunos de sus nuevos trabajadores.
Muchos educadores en nuestros países se han dado cuenta de que el enfoque de Freire se puede aplicar en nuestras escuelas y se han documentado sus experiencias en artículos y libros, como Freire Para el Aula. Como cualquier nación moderna e industrializada, a menudo los Estados Unidos compra, toma prestado, o se roba nuevas ideas, productos y técnicas fuera de sus fronteras. Utilizando el enfoque de Freire en la educación sería una de tales innovaciones que haríamos bien adaptar y aplicar en los sistemas educativos de los Estados Unidos.
Como profesor de estudios sociales, tuve la oportunidad de no solo enseñar los métodos de Freire, pero también aplicarlos con una variedad de estudiantes de diferentes niveles, incluyendo los que estaban involucrados en el doctorado y desarrollando sus tesis. Fue una de las experiencias más productivas e iluminadoras para mí, tanto como para mis estudiantes, ambos en la práctica del pensamiento crítico que Freire nombró, concientización.
Siendo unitario universalista, admiro y promuevo las ideas y filosofía de Friere mayormente porque están en armonía con los principios de nuestra fe. Algo que es muy importante, es que la aplicación de sus métodos es una manera clara de poner en práctica y realizar nuestros principios en la sociedad en general tanto como en el salón de clase.
Aunque nuestros estudiantes podrían sobresalir en todas las pruebas escolares nacionales e internacionales, sólo su capacidad de pensar críticamente podría asegurar que ellos sabrán cómo proteger nuestras democracias de la manipulación de tiranos. Freire nos recuerda que la historia nos ha enseñado que la preservación y expansión de nuestras libertades depende más de nuestras habilidades de pensamiento crítico que en la gran acumulación de conocimientos.
Julio Noboa
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