«En el dulce territorio del silencio tocamos el misterio. Es el lugar de reflexión y contemplación y es el lugar donde podemos hacer conexión con el conocimiento profundo, con el camino de la sabiduría profunda.» – Angeles Arrien
Para la mayoría de las personas el silencio resulta incómodo. Es muy fácil notarlo, los minutos en un elevador se vuelven eternos, las pausas en una conversación nos resultan incómodas. Tendemos a sentir la necesidad de llenar el espacio con ruido, palabras, música. Huímos del silencio siempre que tenemos oportunidad de hacerlo. Irónicamente, el silencio se vuelve mucho más incómodo en situaciones difíciles y precisamente cuando es más necesario.
Para quienes vivimos en ciudades, se ha vuelto mucho más difícil encontrar momentos de silencio. El silencio, sin embargo, puede invitarnos a escuchar nuestra voz interior que a menudo se encuentra oculta detrás de todos los sonidos del mundo moderno: las notificaciones del teléfono móvil, la televisión, la radio, etc. En la quietud del silencio nos permitimos centrar nuestra atención en lo que ocurre en nosotros, en nuestras emociones y pensamientos. El silencio nos puede permitir descansar de la sobreestimulación que a menudo experimentamos. Las palabras nos permiten definir, entender y construir nuestras experiencias, en silencio podemos vivir aquello que escapa a las palabras.
Te invito a buscar intencionalmente momentos de silencio. Busca un lugar lejos del ruido, apaga la televisión, el radio y tu teléfono móvil y simplemente mantente quieto por unos minutos. Busca un lugar que sientas que te invita a estar en silencio, puede ser un rincón dentro de tu casa o un lugar afuera. Date la oportunidad de estar en silencio y cuéntanos tu experiencia con este ejercicio espiritual.
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