Nosotros, los Unitarios Universalistas, tenemos siete principios y objetivos como parte de nuestra fe y cada uno de ellos se complementan los unos a los otros. La idea en conjunto de estos principios es hacer de este mundo un lugar mejor para vivir, y esto lo podemos hacer en forma personal y en comunidad.
Cuando uno lee por primera vez estos siete principios, parecería que ya los hemos escuchado o leído, con otras palabras en otras partes o textos, ya sean religiosos o laicos.
Nuestros siete principios Unitarios universalistas son un compendio, por así decirlo, del Acta de los Derechos Humanos, además de los derechos de todo ser viviente sobre la tierra.
La gran mayoría de nosotros hemos leído o escuchado que en tal país se están violando los derechos humanos, o que en otro país se está luchando por que se respete tal o cual derecho humano.
Varias personas me han comentado que porque se tiene que luchar por que se respeten los derechos humanos, si estos fueron proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace muchos años, entonces, todos deberían respetarlos.
Muchos de nosotros hemos escuchado acerca de la lucha en defensa de los derechos humanos (una lucha aparentemente eterna); es más, algunos de nosotros hemos estado envueltos en alguna de estas luchas; ¿pero cuantos de nosotros sabemos que son y cuáles son los derechos humanos?
Los derechos humanos son una serie de derechos a los que tenemos derecho en virtud de ser seres humanos, los cuales nos garantizan poder vivir nuestra propia vida y la vida del resto de los humanos con dignidad en todos los sentidos.
Los derechos humanos se basan en el principio del respeto por el ser humano, tal y como lo hacen nuestros siete principios Unitarios Universalistas. La idea fundamental de los derechos humanos como de los principios Unitario Universalistas es que cada persona es un ser moral y racional que merece que lo traten con dignidad, y se llaman derechos humanos porque son universales. Cada nación otorga a sus ciudadanos una serie de derechos concretos, mientras que los derechos humanos son los derechos que cada persona posee simplemente por ser un humano y estar vivo.
Es verdad que La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III) del 10 de diciembre de 1948, en París, como un “ideal común” por el que todos los pueblos y naciones deberían esforzarse en cumplir.
Mediante esta Declaración, los países firmantes se comprometieron a asegurar que todos los seres humanos, ricos y pobres, fuertes y débiles, hombres y mujeres, de todas las razas y religiones, de todas las lenguas y culturas, sean tratados de manera igualitaria.
En los 30 artículos de los que consta esta declaración, establece que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, y que tenemos derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de nuestra persona, a la libertad de pensamiento, de conciencia de opinión y de expresión y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, a no ser esclavizados, a tener un juicio justo y que todos somos iguales ante la ley, a no ser sometidos a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes; el derecho a participar en el gobierno de nuestro país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos por sufragio universal y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto; también a la libertad de circulación, a tener una nacionalidad y a cambiarla si así lo deseamos, a contraer matrimonio y fundar una familia y a la disolución de dicho matrimonio, a tener derecho a la propiedad, ya sea individual y/o colectiva y a no ser privado arbitrariamente de ella, así como a un trabajo y a un salario igualitario; a la educación básica y fundamental obligatoria y gratuita, y los padres tendrán el derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos; a la libertad de reunión y de asociación pacíficas, y nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación; al derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tenemos asimismo el derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de nuestros medios de subsistencia por causas ajenas a nuestra voluntad. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales y todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social; todos tenemos el derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten, así como a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que seamos autores; en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en otros países. Todos estos derechos deben ser otorgados sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición.
De acuerdo a esta declaración de derechos, TODOS los seres humanos deberíamos gozar de estos derechos, cosa que en la práctica no se da debido a que la Declaración Universal de los Derechos Humanos no forma parte del derecho internacional vinculante, lo cual quiere decir que su aplicación no es obligatoria.
Aunque esta declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, y firmada por casi todos los países del mundo, no todos ellos respetan todos los derechos contenidos en esta acta.
Si nosotros revisamos cada uno de los derechos a los que se supone que tenemos derecho, por el simple hecho de ser seres humanos, nos vamos a encontrar con que tal vez en nuestro país de origen se “respetan” algunos derechos humanos, mientras que otros son totalmente ignorados.
Veamos algunos ejemplos:
En el caso del voto, la declaración nos dice que tenemos: “El derecho a participar en el gobierno de nuestro país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos por sufragio universal y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto”. En ningún lado dice que solos los hombres, o que solo los hombres blancos o ricos son los que pueden votar o participar en el gobierno de cada uno de nuestros países, aunque la realidad es que por ejemplo, el voto les fue negado a las mujeres por muchos años. En 1869, el Territorio de Wyoming, se convirtió en el primer estado de los Estados Unidos donde se instauró el “sufragio igual” (sin diferencias de género) aunque no el sufragio universal, lo cual significaba que no podían votar hombres ni mujeres de piel oscura. Uruguay fue el primer país en América en aprobar el sufragio femenino en 1927, mientras que las mujeres argentinas votaron por primera vez en 1951, en México en 1953 y Kuwait en el 2005.
También esta declaración nos dice que tenemos el derecho a “contraer matrimonio y fundar una familia y a la disolución de dicho matrimonio”, en ningún lado dice que el matrimonio debe ser únicamente entre un hombre y una mujer. Esto supondría que las personas del mismo sexo deberíamos tener los mismos derechos al matrimonio como los tienen las personas heterosexuales, cosa que sabemos que no ha sido así. Para que este tipo de matrimonios se pudiera dar legalmente, hubo la necesidad de luchar en las calles y en los tribunales por este derecho humano. En este año, 2016, 19 países: Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal, Sudáfrica, Suecia y Uruguay, permiten casarse a las parejas del mismo sexo en todo su territorio, mientras que en México y el Reino Unido lo permiten en una parte del mismo, y en Finlandia este derecho entrará en vigor en marzo de 2017, y en muchos otros países está totalmente prohibido.
En algunos países la tortura es cotidiana y a plena luz del día, impunemente, mientras que en otros es escondida y alentada y solapada por el gobierno. La educación se supone que debería de ser gratuita y obligatoria, pero a los gobernantes de muchos países no les interesa que la gente se eduque, porque las personas educadas luchan por sus derechos, por eso la educación no es obligatoria en muchísimos países. La salud es otro punto al que deberíamos tener derecho, pero a las grandes transnacionales no les interesa, porque ellos dejarían de hacer pingues ganancias. A pesar de que tenemos derecho a la libertad de expresión, este derecho, en la gran mayoría de los países latinoamericanos es reprimida, asesinando o por lo menos encarcelando a aquellos que no están de acuerdo con las decisiones del gobierno, muchas veces alegando la seguridad nacional.
Todos tenemos el derecho a tener derechos, pero desafortunadamente estos derechos no son gratuitos ni expeditos por el simple hecho de que seamos humanos. Cada uno de nosotros, los seres humanos, debemos luchar por que en nuestros países y en todo el mundo se respeten los derechos a los que tenemos derecho, esto quiere decir que por ejemplo, si yo soy gay, estoy luchando porque se respeten todos mis derechos humanos sin importar que yo sea gay, solo por el simple hecho de que soy un ser humano y al mismo tiempo, debo de luchar también por los derechos humanos de todos los demás, seres humanos; por ejemplo, yo lucho por que a las mujer se les trate igual a que a los hombres, tengan el mismo sueldo que ellos; sigo luchando por que se respete la vida, la cultura y el idioma de los indígenas en todo el mundo, sin importar que yo no sea indígena.
Hay que tener en mente que a nuestros gobiernos no les interesa o no les convienen que todos los derechos humanos se respeten, y por nuestra parte, como seres humanos, ya sea por desconocimiento, apatía o porque tal o cual derecho a mí en lo personal no me atañe, no luchamos por que todos tengamos los mismos derechos.
Luchar por nuestros derechos y por los derechos de los demás seres humanos es parte de las obligaciones que tenemos como seres humanos, debemos darle el valor y la dignidad inherente a cada persona así como el respeto por el tejido interdependiente de todo lo existente, del cual somos nosotros los humanos una parte y no solo por ser Unitarios Universalistas.
Roberto Padilla
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