Dios y genero ¿Importa la manera como interpretamos a Dios? Algunas investigadoras feministas llegaron a la conclusión que el orden social represor de las mujeres se había construido sobre la imagen de un Dios masculino, que imponía la superioridad intrínseca del varón y condenaba a las mujeres a la obediencia y la sumisión.
Por: Jaume de Marco, Unitarys de Catalunya.
Hace unos días, el sacerdote católico John Michael O’Neal, de 71 años, estuvo clínicamente muerto durante casi una hora en un hospital de Massachusetts después de sufrir un paro cardíaco. Sin embargo, con la ayuda de una máquina que permitía que la sangre siguiera llegando a su cerebro, los médicos consiguieron desbloquear algunas arterias de importancia vital y volver a dar un ritmo de bombeo normal a su corazón.
Aunque los médicos temían que hubiese sufrido daños cerebrales después de la crisis y el tratamiento al que fue sometido para reanimarlo, el paciente despertó al cabo de unos minutos y parecía haberse recuperado bien.
Sin embargo, el sacerdote sorprendió a todos los que oyeron sus primeras palabras. Dijo que había tenido una experiencia extracorporal y que había sentido una intensa sensación de amor y aceptación incondicional, mientras le rodeaba una luz deslumbrante.
También dijo que notó que se elevaba hacia el cielo y que vio a Dios, al que describió como un “ser de luz” femenino, como una madre. El sacerdote no se siente perturbado por estas visiones, al contrario, e incluso espera recuperarse pronto para poder predicar al respecto.
No nos corresponde aquí decidir si las visiones del padre O’Neal eran reales o producto del intenso estrés traumático al que fue sometido su cerebro. Como grupo religioso que somos, orientados hacia la búsqueda de la verdad y el sentido, debemos preguntarnos sobre las imágenes o la representación que las personas han tenido de la divinidad y cómo estas imágenes y conceptos han conformado las religiones modernas y las sociedades en las que se han desarrollado.
Los primeros unitarios se preguntaron sobre la naturaleza de Dios. Pensaron que un Dios dividido en tres Personas distintas no podía ser el Dios verdadero, que Dios tenía que ser único, sin subdivisiones ni manifestaciones múltiples o parciales. Un único Dios simplificaba las cosas, eliminaba obvias contradicciones y paradojas, y permitía concentrarse en otros asuntos, como la piedad personal y la acción en el mundo. También les permitía una relación más fácil con otras religiones monoteístas, como el judaísmo y el islam.
Con la llegada de los trascendentalistas, la imagen y representación de Dios adquiría una nueva dimensión entre los unitarios. Dios ya no era una solemne y suprema imagen paterna que regía sobre toda la humanidad, sino más bien una presencia sutil que se manifestaba en todas las cosas y particularmente en la naturaleza. Emerson habló de una alma del mundo (un concepto en realidad muy antiguo), una “súper alma” hacia la que tendían todas las almas individuales. En esta idea, las nociones que pudieran hacer referencia a características como la paternidad o maternidad quedaban muy diluidas.
A mediados del siglo XX, diversos pensadores y antropólogos empezaron a cuestionarse sobre la utilidad que tenían las imágenes de Dios para conformar un orden social determinado. Algunas investigadoras feministas llegaron a la conclusión que el orden social represor de las mujeres se había construido sobre la imagen de un Dios masculino, que imponía la superioridad intrínseca del varón y condenaba a las mujeres a la obediencia y la sumisión. A partir de algunos hallazgos arqueológicos de figuras femeninas que podían ser interpretadas como imágenes de divinidades antiguas, afirmaron que había existido un tiempo de matriarcado, en el que las divinidades femeninas imperaban en sociedades agrícolas pacíficas, antes de ser atacadas y destruidas por civilizaciones guerreras que creían en dioses supremos masculinos.
Aunque esta interpretación de la Historia antigua está hoy bastante desacreditada, de alguna manera ha cambiado nuestra percepción sobre las imágenes de Dios. Hoy muchos ya no creen que la forma o representación que tenga sea tan irrelevante como creían los trascendentalistas, sino que tiene efectos en la manera como interpretamos el mundo y el papel que tienen los hombres y las mujeres en él.
Jaume De Marcos
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