por Ervin Barrios
Para nosotros los UUs, una pregunta difícil de contestar con toda honestidad es: ¿Cuál es tu práctica espiritual?
Hubo una vez un hombre altamente educado que viajó desde tierras lejanas hasta Japón buscando a un maestro Zen famoso por su sabiduría.
El maestro japonés Nansen concedió una audiencia a ese profesor de filosofía.
Cuando estaba sirviendo el té, el maestro Nansen llenó la taza del visitante hasta rebosar. El visitante contempló cómo se derramaba el líquido, hasta que perdió la paciencia y dijo:
-¡Basta! ¡La taza está completamente llena, ya no cabe más!
Nansen le respondió:
-Al igual que esta taza, tú estás lleno de tus propias opiniones y especulaciones. ¿Cómo puedo enseñarte Zen (algo) si no vacías primero tu taza?
La enseñanza de esta anécdota, es que no podemos pretender aprender algo nuevo si pensamos que ya lo sabemos todo. La arrogancia y la falsedad que hoy definen a nuestra sociedad individualista en la que vivimos son justo lo contrario de los elementos que necesitamos para aprender y crecer: la humildad de corazón y un hambre auténtica por la verdad. Humildad y Honestidad.
Eso es cuando andamos buscando la verdad. Pero a veces caminando por la vida, nos tropezamos por accidente con la verdad.
Una cita famosa de Winston Churchill, dice que: “Los hombres (y las mujeres) se tropiezan ocasionalmente con la verdad, pero la mayoría, se levantan y se van apresuradamente como si nada hubiera sucedido”
Eso quiere decir que regresamos al razonamiento y al conocimiento convencional, a lo que todo el mundo cree, aunque sea mentira.
Es más fácil escudarnos en verdades institucionales o en mentiras oficiales de la familia, y de la sociedad que nos rodea, para vivir nuestras vidas de acuerdo con esos valores. Porque cuando tropezamos con la verdad, o si buscamos y escarbamos para encontrar la verdad, vamos a encontrar y a descubrir cosas que a veces van a conmover hasta los cimientos de nuestra vida, y a transformarnos radicalmente, desde la raíz, desde adentro hacia afuera. Este encuentro con la verdad nos puede hacer derribar algunos ídolos muy cercanos a nuestro corazón, incluyendo algunos conceptos que pensábamos que eran sagrados e intocables.
Y hablando de verdad y honestidad…. Creo que para nosotros los UUs, una pregunta difícil de contestar con toda honestidad es: ¿Cuál es tu práctica espiritual?
Las respuestas entre dos personas UU pueden ser tan variadas y opuestas, sobre todo porque no creemos en un dogma en particular y porque extraemos sabiduría de muchas religiones y otras fuentes de inspiración como la filosofía, las artes, la naturaleza, la poesía, la meditación, el silencio y nuestra propia experiencia personal de la vida con el misterio de lo divino.
Pero no importa cuáles sean los factores que utilicemos, ni cuál sea el orden de los factores. Porque eso no altera el producto final que es el crecimiento espiritual. La práctica espiritual debe dar como resultado el crecimiento espiritual, el crecimiento de nuestro “yo interno”.
La evolución, el desarrollo y el cambio es algo que atesoramos y buscamos como UUs.
El crecimiento o desarrollo interior o espiritual es finalmente un producto con el que no nos podemos engañar. ¿Estamos creciendo o estamos estancados?
Una de mis cuñadas insiste en que la única manera de crecer espiritualmente y alcanzar una transformación personal es yendo a su iglesia y obedeciendo a su pastor que les dice a todos lo que deben hacer, cómo deben vestir, que música deben escuchar, etc. Cómo, cuando y dónde, en el nombre de Cristo. La autoridad que las personas de esa iglesia le confieren a ese hombre, porque tiene el don de profecía, es impresionante.
Yo no dudo que algunas personas tengan dones especiales, pero no veo la conexión con el andar administrándoles las vidas a los demás, como si fuera un servicio militar con un general al frente, en la batalla contra el famoso Satanás.
Esa situación es justamente lo opuesto del principio que creemos los UUs de que la búsqueda personal y responsable de la verdad es un sacramento, algo completamente sagrado.
¿Pero es acaso esa libertad sagrada y ese derecho de buscar la verdad por nosotros mismos, es algo que nos está llevando hacia algún lado?, o ¿es simplemente un trabajo a nivel periodístico, o de curiosidad intelectual que hacemos?
En la vida hay muchas oportunidades de crecer en diferentes direcciones, en lo intelectual, en lo físico, en lo emocional, en lo económico, en lo político, etc.
¿En que dirección nos está llevando nuestra religión y su práctica?
Una cosa que yo he aprendido a través de los años es que no es necesario creer en el cielo como recompensa, ni en el infierno como castigo, para que seamos personas útiles, compasivas, responsables, justas, y virtuosas.
Recuerdo que un día, hace años, estaba yo hablando con un señor que era UU, cuando él me dijo que él era ateo; me quedé admirado, y mudo, sin saber que decir inicialmente porque era un hombre lleno de virtudes, pero eso me dio oportunidad de hacer muchas preguntas y de llegar a entender que no es necesario ni siquiera creer en Dios para tener un desarrollo espiritual y ser una persona llena de virtudes.
Por el otro lado, ¿cuántas personas que dicen creer en Dios y profesan una religión de manera devota, dejan tanto que desear en su desarrollo como personas, que les sobran defectos y les faltan virtudes? Muchos tiranos y políticos fraudulentos y gente poderosa y corrupta del mundo dicen ser religiosos, y asisten a su iglesia, sinagoga o mezquita de manera devota.
El conocimiento de los buenos principios no nos transforma por arte de magia, si no hay algo más de nuestra parte. Como dice Santiago en el evangelio. Tenemos que ponerlos en práctica.
¿Y después de todo para qué queremos ser virtuosos y crecer espiritualmente? ¿No será eso una pérdida de tiempo, en esta sociedad en que vivimos?
Dada nuestra naturaleza humana, nosotros somos capaces de llevar a cabo las hazañas más sublimes, extraordinarias, positivas y loables, pero también somos capaces de cometer los peores y más viles crímenes, con premeditación, alevosía y ventaja y de no haber leyes que nos contuvieran, estaríamos viviendo en una anarquía total, gracias a esa dualidad de energías (o ying y yang), que existen dentro de cada uno de nosotros. Por eso existe ese proverbio que dice “Caras vemos, corazones no sabemos”.
Y nadie de nosotros podemos liberarnos de esta naturaleza. Todos llevamos un ángel sublime y una bestia destructora dentro de nosotros. Y tenemos que cultivar ese ángel sublime y domar a la bestia destructora que algunos llaman el demonio o Satanás. Yo personalmente creo que no es otra persona o fuerza ajena, es parte de nuestra propia naturaleza dual.
Pero también hemos sido dotados de la capacidad de voluntad o “libre albedrío”.
Nadie ni nada nos puede forzar a ser buenos o a ser malos si nosotros no queremos. Y la historia está llena de anécdotas que prueban que no importan las condiciones adversas, cárceles y torturas, etc. Podemos ser quienes queremos ser, si somos fuertes. Porque finalmente nosotros somos la última autoridad moral, que decide en que dirección queremos ir. Como en la anécdota de José Martí en solidaridad con su compatriota. Ni el hambre lo detuvo para hacer lo correcto. Querer es poder.
¿En que consiste entonces el secreto para desarrollar un espíritu humano virtuoso?
La respuesta obvia es: tener una disciplina o práctica espiritual honesta.
Leer los libros sagrados u otras fuentes de inspiración es un gran método de aprender cosas positivas y loables. Pero tenemos que ser objetivos al leer, quien lo dijo, dónde, cuándo y a quién. En otras palabras utilizar la razón que tenemos.
La oración y la meditación nos dan otra oportunidad de alimentar nuestro espíritu al conectarnos con el universo, la conciencia universal, o la deidad en que creamos.
Los cantos y la música son otra manera de llevar mensajes positivos a nuestro espíritu.
El ayuno, es una práctica espiritual muy poderosa que tiene como propósito el enfocarnos en una meta que sea de suma importancia para nosotros. También es una manera de hacer saber a los demás lo que esa meta representa para nosotros.
Mahatma Ghandi, Martin Luther King Jr., César Chávez y la Madre Teresa de Calcuta. Todos ellos tenían prácticas espirituales diferentes y tenían diferentes creencias, alcanzaron un desarrollo espiritual impresionante y todos ellos practicaban el ayuno.
Pero existen otras prácticas que cada uno de nosotros desarrolla cuando estamos a solas con nosotros mismos. Algunos utilizan su diario para ir apuntando las ideas inspiradoras, o los sueños, revelaciones o intuiciones que reciben de alguna manera.
Tengo un amigo que tiene que ir a caminar a la montaña para nutrir su espíritu. Es una auténtica necesidad espiritual para él. Y camina en la montaña frecuentemente.
A mí me ayuda mucho leer las biografías y anécdotas de personas ejemplares que han hecho cambios positivos para el mundo, aunque parezcan pequeñas. Y el conocer otras personas que tienen su propia búsqueda de la verdad. Entre ellas, las personas que buscan y apoyan la justicia social. La justicia para todos.
Yo creo que el ejercicio físico frecuente, aunado a una buena práctica de respiración, es una forma excelente de quitarnos toxinas, estrés y pensamientos negativos… y de aclarar nuestra mente para pensar de una manera positiva y productiva para nosotros y los que nos rodean. El yoga, la gimnasia y la caminata son buenas alternativas.
Pero, “La Fe sin Obras es Muerta” dice la Biblia, y lo dicen muchos maestros y escuelas filosóficas y esotéricas. Decir que yo entiendo algo y que lo voy a poner en práctica es una cosa y llevarlo a cabo es otra cosa muy diferente. Pero el proceso de aprendizaje es diferente para todos. A veces entendemos algo en etapas y finalmente lo ponemos en acción.
O a veces lo aprendemos directamente en la acción. ¿Cuántos de nosotros estamos visitando a los enfermos, ayudando a los necesitados, expresando solidaridad y compasión en tantas diferentes formas que podemos hacerlo? Nuestra comunidad en general tienen una infinidad de oportunidades para que desarrollemos nuestro espíritu en la práctica.
Nadie ha dicho que es fácil hacer eso. Significa sacrificar a veces nuestra comodidad, sacrificar la diversión con los amigos, invertir tiempo, energía, recursos, etc.
Pero después de todo, el hacer cosas malas y destructivas también toma mucho de nuestra energía, nuestro tiempo, nuestra inteligencia y nuestros recursos y nos dejan sintiéndonos vacíos, sucios y culpables… y a veces hasta paranoicos o locos.
En la transformación profunda de nuestra mente, el fortalecimiento de nuestro cuerpo y el desarrollo honesto de nuestro espíritu, se encuentra el tesoro y la riqueza de nuestro crecimiento como seres humanos. No solamente para nuestro beneficio personal, sino para el beneficio de todos los que nos rodean. Y junto con eso vienen muchos otros regalos, como la paz mental, y la satisfacción de ser útiles y dejar algo de valor cuando llegue el final de nuestras vidas.
Ojalá que podamos derrotar la pereza física y mental, para cultivar honestamente nuestro espíritu, y que practiquemos las virtudes de la honestidad y la compasión y que las pongamos en acción, al servicio de nuestra gente y de nuestra comunidad.
Iglesia de la Gran Comunidad
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