Movida en primer lugar por los maltratos y abusos al menor no solo por padres y parientes sino también por gobiernos irresponsables que les niegan vivienda, educación y servicios de salud a ellos y a sus madres y en segundo lugar movida por la crueldad del presente gobierno americano que ha maltratado, enjaulado y creado condiciones que hasta han llevado a la muerte a varios niñxs, dedico este mensaje navideño de amor y paz a todxs los niños y jóvenes del mundo.

 

Siempre estuve muy agradecida por el nacimiento de Jesús, quien creció para llegar a ser semejante regalo a la humanidad. Sin embargo, por mucho tiempo no aprecié la navidad porque aún de niña no podía ver la lógica de María concibiendo a Jesús por acción del Espíritu Santo; tampoco aprecié el esfuerzo de la iglesia creando y celebrando tal fantasía. Mis dudas se confirmaron al leer a Mateo (1:18-19) quien dejó muy claro:

«El nacimiento de Jesucristo fue así. Su madre María estaba comprometida con José. Pero antes de que estuvieran juntos, quedó esperando por obra del Espíritu Santo. José era un hombre bueno y no quería avergonzar a María en frente de todo el mundo. Así que decidió romper secretamente el compromiso con ella».

La historia continúa con José recibiendo el consejo del ángel y protegiendo a María y a su hijo.  A través de los años he presenciado casos en que jovencitas en las condiciones de María, –embarazadas sin beneficio del matrimonio—pero sin un ángel protector, fueron enviadas a ciudades y hasta otros países para abortar, o para dar a luz y dejar  en adopción o en un orfanato a sus bebés.  Qué injusto y doloroso es el estigma caído sobre la madre y la criatura; no así al hombre que a diferencia de la compasión y la hombría de José, se libera de las consecuencias de su irresponsabilidad abandonando a la joven en el momento que se entera del embarazo.

Cualquiera hayan sido las circunstancias ficticias o no de la concepción del niñito Jesús no importa. Podemos recordar al tierno niño nacido en un establo, lleno de promesa y destinado al sufrimiento y a la inmortalidad. Hoy les invito a honrar al infante Jesús y con él, a todos los niños, incluyendo el niño o niña dentro de nosotros mismos.  Les invito a que  honremos y celebremos la inocencia de los niñxs; su ansiedad por vivir, por ser incluídxs y su elasticidad frente a las dificultades.

Desde tiempo inmemorial, una fuente de sufrimiento indescriptible para muchos niños y sus padres, ha sido el haber nacido aunque fuera un poquito diferentes de lo que se considera la norma. Abramos nuestros corazones y prometamos hacer cualquier cosa que esté en nuestro poder para que ni siquiera una sola criatura sufra vergüenza, dolor, o hambre ni espiritual ni corporal, ni sea privada de amor. Mi promesa a la niña dentro de mí y a todos lxs niñxs es tornar esta navidad en una época de fe, confianza y transformación. Les invito a prometer a sus propixs niñxs internxs y a todos los niñxs del mundo, a tornar esta estación navideña  en una oportunidad santa para sanar. Lo podemos hacer, aún con tan sólo empezar a abrir nuestras almas y corazones, a la posibilidad de perdonar (no de aprobar) poquito a poco aquello que se nos hizo en nuestra infancia o aquello que hemos hecho a nuestros hijxs, o a cualquier niñx en el mundo. Así como los reyes magos siguieron la estrella, así podemos seguir la nuestra que nos guía hacia la creación de una vida y un mundo pacífico y amante. Perdonando hallaremos la paz, y la punzada de nuestras penas y heridas disminuirá de acuerdo a nuestra valentía.

Sea que seamos Unitarixs Universalistas, Cristianos, Hindúes, Musulmanes, Paganxs, Humanistas, Budistas, Judíxs, Ateístas, cualquier ser humano, todos enfrentamos un reto común en esta tierra. Ese reto es el de llegar ser capaces de integrar en nuestro ser, dolor y alegría, tragedia y triunfo, éxito y fracaso.  Trabajando por esa integración, llegaremos a hacer de nuestras vidas testimonios de verdadera compasión, de verdadero amor y comprensión. Qué hermoso e inspirador ejemplo daríamos a nuestros niñxs y jóvenes al ver que hay seres que trabajan con responsabilidad por su crecimiento espiritual y que aceptan con ecuanimidad su condición de seres humanos.

Hagamos en esta estación de dar y recibir regalos, un sincero y valiente compromiso de contribuir en la medida de nuestra capacidad dando de nuestro tiempo y dinero a organizaciones que nos ofrecen un sin número de oportunidades para ayudar a lxs niñxs y jóvenes, tanto  localmente como en lugares donde las necesidades en países menos favorecidos son ingentes. No todos tenemos el mismo empuje, vitalidad o deseo de hacer tal compromiso y a veces la falta de movilidad física puede considerarse un impedimento. Pero todos tenemos el poder de dar el primer paso, aunque sea el más pequeñito de todos los pasos, para ayudar a mejorar las condiciones de los que sufren.  Podríamos elevar una oración, hacer una llamada telefónica, enviar un mensaje electrónico, hacer una visita.  Si contribuimos una hora aquí, dos allá, si enviamos un cheque aunque sea con una modesta cantidad, entre todos lograremos multiplicar nuestros esfuerzos y hacer nuestras vidas más relevantes. Yo he sido inspirada más y más para hacer mi compromiso por los ejemplos de tantas y tantos Unitarios Universalistas que aplicando fielmente nuestros principios trabajan con denuedo y compasión por la justicia social y por lograr aliviar si no erradicar globalmente, el hambre y la enfermedad de lxs niñxs y jóvenes.

Nunca olvidemos, que cada cual nacimos con una luz radiante y que es nuestra responsabilidad el hacer que esa luz crezca en nosotros y en cada quien que encontremos. Tratemos de hacer cada día, no sólo en esta estación del año, sino de ahora en adelante, un festival de luz y color. Hay mucho que celebrar cada día: el estar vivos; el estar rodeados por la misteriosa y sorprendente belleza y asombro de la creación; la danza de las estaciones y los planetas; el solsticio de invierno; el milagro del atardecer y la promesa de nueva vida y energía con cada amanecer,  todos estos son dignos de celebración y gratitud.

Algo que es muy importante de recordar en cada navidad para aplicarlo durante el resto del año, es lo que escribió Rebbeca Parker, teóloga Unitaria Universalista:

«María somos nosotros llevando el Divino Niño en nuestros cuerpos. José somos nosotros, resguardando a Dios en el mundo. Porque esta es la esencia de la Navidad: que el Verbo se hizo carne y nosotros somos su morada. Ahora, cómo vivirás?»

 ¿Cómo celebrarás?¿Cómo sería tu vida si recordaras que eres la morada de lo sagrado, que de ti puede irradiar una chispa de la divinidad?  Dejemos que nuestras vidas de ahora en adelante reflejen ese privilegio y dejemos que sean manantiales refrescantes de tiernos cuidados para nuestra criatura interna y para todas las criaturas y jóvenes a nuestro alrededor y alrededor de todo el mundo. Que así sea.

 

 

compromiso., crueldad, ilegitimidad, navidad, niñxs

The following two tabs change content below.
Rev. Lilia Cuervo
  • Facebook
  • Google+
  • Facebook
  • Google+

Rev. Lilia Cuervo

La Rev. Unitaria Universalista Lilia Cuervo obtuvo su maestria en Divinidad del Seminario Unitario Universalista Starr King para el Ministerio, en Berkeley, California. Ademas es licenciada en Matemáticas y Física de la Universidad Nacional Pedagógica Femenina en Bogotá, Colombia y tiene otra maestría en Demografía de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.
Rev. Lilia Cuervo
  • Facebook
  • Google+
  • Facebook
  • Google+