Por: Rev. Angela Herrera
Quiero empezar con una pregunta: ¿Conoces a alguien que haya tenido un aborto? Si la respuesta es “si,” pregúntate esto: ¿Debería ser arrestada esa persona?
Este mundo es complicado, con realidades que hacen imposible la aplicación categórica de ciertas reglas morales.
La Biblia está llena de historias que nos imparten esta lección, con personajes que hacen decisiones desconcertantes y quienes son los niños queridos de dios, y nos enseña que, como Jacob luchando con Dios en la orilla del rio, a veces tenemos que luchar con decisiones morales. Hay decisiones difíciles que pertenecen al individuo. La decisión de interrumpir un embarazo es una de ellas.
A veces el aborto salva vidas, a veces el aborto termina o previene el tremendo sufrimiento como en los casos de la violación o el incesto, o cuando el feto no está sano, y si nace, solo viviría un tiempo corto y con mucho dolor, a veces es necesario por razones personales que solo la mujer sabe.
Por eso, el acceso al aborto seguro y legal es un derecho moral de las mujeres, y obligar a las mujeres contra su voluntad es una violación de sus derechos.
Como el aborto es una necesidad moral, la verdad es que las mujeres abortan independientemente de las leyes. Así ha sido por generaciones.
La elección no es sí el aborto pasa o no pasa, la elección es si el aborto va a ser legal y seguro, o si será realizado por personal no cualificado y en condiciones peligrosas, a riesgo de muerte.
Yo soy una ministra ordenada y apoyo el derecho al aborto.
Iglesia de la Gran Comunidad
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