Llega noviembre como el penúltimo mes del año, con dos días oficiales para recordar a los seres queridos que han partido, y si hacemos una reflexión de ello y de todo lo que ha sido este año 2020, nos invitamos entonces a valorar la misteriosa fragilidad de la vida y la importancia de vivirla de una manera realista en estos tiempos intensos.

 

Noviembre puede considerarse un mes especial, sobre todo por los dos días que marcan su inicio. Días que nos hacen conmemorar a quienes han partido, a nuestros seres queridos que ya descansan en el sentido físico o biológico. En muchos países de América Latina se llevan a cabo celebraciones religiosas y culturales para recordarles, muchas de estas impregnadas de colores y simbolismos, en las que participan todos los integrantes de la familia, teniendo como centro la visita a las tumbas conmemorativas en los cementerios y en otros espacios memoriales. A fin de cuentas, son días que nos recuerdan cuán mortales somos, que «estamos de paso por esta vida», que «no tenemos la vida entera comprada». 

Coincidiremos que este 2020 ha sido un año sumamente especial. No ha sido un año normal sino uno muy complejo. La pandemia de la Covid-19 ha sido la gran protagonista. Muchas vidas han sido arrebatadas directamente, otras también han sido arrebatadas indirectamente. Mucha tensión e incertidumbre han estado también presentes. De seguro hemos tenido que lamentar alguna pérdida de alguien amado o muy cercano a nosotros. Personalmente me tocó en agosto enfrentar la partida de mi anciano padre, aquejado de varias enfermedades que venía arrastrando por años. Admito que me tomó varias semanas recalibrarme tras su partida, pero a momentos de escribir estas palabras ya me siento súper tranquilo y con fe. Día a día le recuerdo y me siento orgulloso de él porque fue un hombre excelente.  Como nunca antes reflexioné sobre cuán efímeros somos, sobre cuán importante es vivir el aquí y el ahora; sobre cuán importantes son valorar, agradecer y disfrutar cada momento o detalle de la vida, por muy simple que sea; sobre cuán importante son también el compartir y el aprender de cada ser que se cruza en el camino. 

Claro, con el fin de año a la vuelta de la esquina, es normal hacer balances de lo que  ha sido este 2020 sobre la base de sus aspectos positivos y de sus aspectos no tan positivos. Sin embargo, resulta aportativo retener lo bueno, buscar las enseñanzas de lo que ha estado pasando y procurar que el próximo año sea enfrentado con las mejores actitudes que tengamos. Hemos sido resilientes y esta resiliencia nos será de utilidad en el futuro. En un mundo bastante inquieto, en donde todo tiende a desarmonizarse, siempre será un desafío interesante buscar también esa paz interior y mantenerla viva, y por supuesto, nunca perder de vista que estamos en este mundo momentáneamente en su sentido físico. Como Unitarios Universalistas, Unitarios o como nos identifiquemos en la amplia diversidad espiritual, es justamente esta espiritualidad la que nos mantendrá vivos por tiempos indefinidos. 

2020, carpe diem, muerte, resiliencia, Vida

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Raul Martinez Quiroz
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Soy integrante del Ministerio UU Latino. Me dedico principalmente a la docencia, impartiendo clases a jóvenes y adultos. Por muchos años he colaborado para iniciativas de apoyo hacia las personas de la diversidad sexual y de identidad género, migrantes, medio ambiente y más. Soy un apasionado de la fotografía y me entretiene retratar lo que me rodea.
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