Había una vez una maestra que era conocida y reconocida como alguien que dominaba todas las grandes disciplinas del explorador espiritual. Andaba por todo el país y cuando la gente escuchaba que estaba cerca, viajaban para solicitar su ayuda y sabiduría.
“Gran maestra”, alguien decía, “Quiero acercarme más a Dios” “¿Qué camino sigues ahora?” ella preguntaba. “Estudio las escrituras con dedicación día y noche tratando de descubrir sus misterios” le respondía. “Entonces debes de dejar los libros y caminar en el bosque- sin pensar nada, pero escuchando con atención.”
Otro le decía, “Soy bueno con todas las personas que conozco, hago todo lo que puedo para satisfacer sus necesidades”. “Entonces por un tiempo”, respondía la maestra, “considérate bien servido y busca satisfacer tus propias necesidades tan bien como lo has hecho con los demás.”
Un día, la maestra notó a alguien detrás de la multitud, alguien que no se esforzaba por acercarse a ella como lo hacían los demás. Se acercó a él “¿Qué puedo hacer por ti?” preguntó.
“No sé”, le respondió, “siento necesidad de algo, pero no creo en Dios ni tengo nada que pueda considerarse una práctica espiritual.” “¿Qué te hace sentir vivo? le preguntó la maestra. “Cuando juego con mis hijos” respondió el hombre sin titubear. “Entonces juega con tus hijos” dijo la maestra “y encontrarás lo que buscas.” *
¿Qué es lo que te hace sentir vivo y de qué manera puede eso convertirse en una práctica espiritual para ti?
*Traducción al español por Tania Márquez de la historia «The Wandering Teacher», la cual es parte del programa «Spirit in Practice» de la UUA.
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