Algunos le llaman Dios o Gran Espíritu, otros no le llaman por ningún nombre, entendiendo así que eso que nosotros llamamos Dios es innombrable ininteligible e inconmensurable. Hay un conflicto en la nominación de eso que consideramos unitario y universal. ¿Qué nombre se le podría poner a algo que al describirlo estaríamos limitando nuestra percepción de las cosas, de la divinidad y del hombre?
Muchas veces y de muchas maneras se nos ha dicho que Dios es esto o que es aquello, que Dios puede hacer esto o que puede hacer aquello. ¿Cómo sabemos eso? Si creemos que existe un Ser trascendental, ¿De qué nos sirve? ¿Qué efectos en la vida material provoca mi creencia en un Dios llamémosle Unitario y Universalista? ¿Necesito creer en un Ser que resulte ganador en la lucha de los dioses? Es decir, ¿intentamos englobar a todas las religiones en una sola tomando el común denominador de ellas, lo que es común en todas ellas para hacer un extracto que no deja de ser la síntesis esencial de todas las religiones? Y en cuanto al aspecto cotidiano de la vida misma. ¿Cómo se traduce?
Si esa cosa divina sirve para algo, que sea para todos por igual o que no sea.
Nos dice el escritor del Evangelio de Mateo que Jesús dijo: “Donde hay dos o tres reunidos ahí estoy yo”. Este pensamiento es clave. Indiferentemente de quien lo dijo, el pensamiento es profundo. Dios está y es ahí donde hay comunión, donde hay relación entre más de una persona. Es decir, donde hay uno solo no puede estar eso que llamamos Dios, porque en principio, la identidad se forma en relación a un otro, y es en esa relación con mi prójimo donde hay conciencia de quién soy y del mundo. No puedo existir como ser de cultura si no existe alguien que refleje quien soy yo al mismo tiempo que yo le sirva de espejo al otro. En un movimiento de transformación y cambio constante nos hacemos mediante una Relación Social.
Entonces, no hay Dios cuando hay una sola persona en el mundo, Dios nace cuando nace la segunda persona, podríamos decir, de manera metafórica, que Dios nace con Eva, o que con la mujer el hombre puede gozar de la divinidad en su más sentido pleno. Pongo el ejemplo de mujer remitiéndome a la epopeya de la creación, pero la idea es que hay Dios cuando hay Relación Social.
Dios entonces es entendido desde esta perspectiva, como una comunión que nos envuelve y nos revive. Pensemos en un grupo religioso, o en uno familiar o entre amigos del club del barrio que juegan al futbol. Ahí está Dios, en medio de nosotros, aunque no lo veamos, lo podemos palpar, lo podemos vivir, lo podemos disfrutar y en ese espacio compartir y recibir la fraternidad de mi hermano. ¿De qué sirve el amor si en el mundo hay solo una persona? El amor nace en la comunión, en la pareja, entre los amigos, en la interacción con un semejante.
La Relación Social está viva, está en todos lados, nos moldea al tiempo que nosotros actuamos en ella orientándola hacia diferentes fines. No es mala ni buena, simplemente está, tiene el color y la forma que cada grupo social le otorga.
La magia que se produce en medio de nosotros al congregarnos como sociedad, está lejos de ser una concepción metafísica de Dios que vuela por algún lugar indefinido, Dios está acá y ahora, actuando en cada rincón donde haya un humano. Porque en esta Relación interhumana vivimos, nos movemos y existimos, decía el poeta Epimenides ya en el siglo IV a.C.
Dios es real, y es una Relación Social.
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