Hace algunas semanas Latinoamérica y el mundo cristiano celebraron la semana santa, o semana mayor, o la cuaresma como se le nombra en algunos países.
En algunos países se lleva a cabo la representación teatral de la muerte y resurrección de Jesús por parte del pueblo y por parte de la iglesia católica, también se llevan a cabo un sin número de rituales eclesiásticos conmemorando la muerte y la resurrección de Jesús.
Todos los humanos sabemos que el camino llamado vida tiene un principio, un principio feliz en la mayoría de los casos y un fin, un fin triste, también para la mayoría de los familiares de la persona fallecida. Para algunos humanos ese camino es muy corto y para otros es más largo, pero sin importar que tan corto o largo sea ese camino, todos llegamos a ese punto; el punto de no regreso. Si no sabemos cuándo vamos a morir, la mayoría de nosotros tampoco sabemos de qué vamos a morir; pero lo que sí sabemos es que ninguno de nosotros podremos resucitar como dicen que lo hizo Jesús.
Tanto para las religiones como para la mayoría de las personas, le muerte es inevitable, ¿pero realmente lo es en todos los casos?
En este siglo XXI, la muerte no es inevitable en algunos casos; por ejemplo, en el 2010 se produjeron en todo el mundo casi 2,5 millones de muertes las cuales se podrían haber evitado.
Gracias al progreso de la medicina y la cirugía, se han abierto grandes horizontes y posibilidades a los enfermos destinados a una muerte segura o a una vida sin caldad por los problemas médicos que muchas personas tienen. Las técnicas quirúrgicas actules han logrado vencer lo que parecía imposible tan solo hace 100 años: el trasplante de órganos.
El transplante de organos es por decirlo de una manera muy sencilla, el tomar ciertos órganos o tejidos del cuerpo de una persona ya sea muerta recientemente o viva, y clocarlos en otra persona que los este requiriendo por su condición médica y con ello pueda seguir viviendo. Se trata de recuperar un órgano vital enfermo por otro sano. Por supuesto que dicho de esta manera se oye muy secillo, pero en realidad es extremadamnte complicado, ya que requiere el trabajo de un extenso equipo multidisciplinario con alta preparación, tecnología de punta muy sofisticada, además de los factores legales de cada país donde se efectue dicha extracción de órganos y el consecuente transplante, aparte de los factores económicos, éticos, religiosos y culturales.
Las donaciones de órganos como se comentó antes, pueden ser de personas vivas o muertas recientemente, pero en ambos casos, el donante es el que debe estar informado de todos los procesos que ello implica, como por ejemplo, las leyes de su país para tal efecto y las condiciones de salud y vida en el caso de los donantes vivos, y con ello, poder tomar una decisión informada de lo que es ser un donador de órganos.
Una vez que nosoros hemos hecho la decisión de ser donantes de órganos, es muy importante aparte de ponerlo en papel (la parte legal y médica), comunicarles a nuestros seres queridos sobre nuestra decisión, porque cuando nosotros, los donadores, ya no tengamos la opción de poder decir que es lo que queremos que se haga con nuetro cuerpo, serán nuestros famiiares los que se sorprenderan por nuestra decisión, creandoles en muchos casos más dolor del que estan pasando, y/o ellos tomaran una decisión que no es la que nosotros queríamos para nuestro cuerpo.
En los paises latinoamericanos y algunos más alrededor del mundo, no se tiene la cultura de la donación de órganos ya sea de personas muertas, ni mucho menos de personas vivas, como se tiene en los paises industrializados ya sea por ignorancia, por miedo, por preceptos religiosos, por egoismo, por falta de leyes regulatorias de los transplantes, o por gobiernos corruptos, y por lo cual muchas personas mueren esperando un riñón, un corazón, un pulmón.
Desafortundamente, a pesar de que en la mayoria de los paises cuentan con un sistema legal que supervisa el trasplante de órganos, la demanda de órganos es superada por la oferta, en otras palabras, son más los pacienes que requieren de un órgano para seguir viviendo, que las personas que los donan, y en consecuencia, ha ido surgiendo un mercado negro a menudo referido como «turismo de trasplantes», y una consecuencia de este mercado negro de órganos es el robo de órganos-raptan a las personas para extraerles los riñones, las corneas, alguno huesos o la médula espinal- incluso los beneficiados en este mercado de órganos pueden llegar al asesinato con el propósito de robar órganos.
Hace unas semanas, Jean Godar nos recordo a los que escribimos en este boletín, que nosotros los Unitarios Universalistas somos personas de acción, no de palabras, y esto para mi quiere decir que podemos escribir y hablar sobre un sinfín de temas, pero además de escribir y hablar sobre cualquier tema, debemos llevarlo a la práctica.
El ser donador de órganos es un acto de amor, es un acto de autoreflexión muy profundo donde el resultado es por decirlo de alguna manera, ayudarle a otro ser humano a continuar viviendo, a que su vida tenga una buena calidad.
Si cada uno de los seres humanos fueramos donadores de órganos, muchas muertes se podrian evitar, también se evitaria el mercado negro que tanto dolor ha traido a muchos seres humanos y a sus familias.
Hay que tener en cuenta que el ser donador de órganos es inseparable del acto humano de donar, es decir que al realizar la entrega de una parte de nuestro cuerpo, estamos expresando esa parte humana de la caridad, el amor y la comunicación con alguien que quizás nunca conoceremos. Así la misericordia, la comunión, la solidaridad y el absoluto respeto a la dignidad de la persona humana constituyen el único contexto legítimo para el transplante de órganos.
Todos hemos escuchado de una u otra manera acerca de las estadisticas de la donación de órganos y tal vez todas esas cifras pueden llegar a ser difíciles de comprender para algunos que esten leyendo este artículo, así como lo es para mí, pero lo que yo si se, es que cada número en las estadísticas de los transplantes de órganos es una persona: una persona que necesita nuestra ayuda y está esperando un trasplante que le salve la vida o ese número es una persona que ha dejado un legado perdurable de amor a través de la donación de sus órganos y sus tejidos. Sabemos que una vez que muramos no vamos a resucitar como lo hizo Jesús, pero podemos dar más tiempo de vida a una mamá, un papá, un hermano, una hermana o un hijo: alguien que es importante para una persona, eincluso quizá para nosotros mismos.
Los invito a que seamos donadores de órganos y resucitemos el amor por nuestro prójimo, haciendo un regalo de vida, ya sea cuando muramos o incluso, ahora que aún estamos vivos. Honremos la vida compariendo vida.
Roberto Padilla
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